La ballena guardiana del mar


Había una vez en el mar profundo, una ballena azul llamada Lía. Lía era muy grande y majestuosa, pero a pesar de su imponente tamaño, se sentía sola y triste.

Siempre veía a los peces nadando juntos y divirtiéndose, pero ella nunca se animaba a acercarse. Un día, mientras Lía nadaba por las aguas cristalinas del océano, escuchó risas y cantos provenientes de un arrecife cercano.

Se acercó con curiosidad y vio a un grupo de peces multicolores jugando y disfrutando juntos. "¡Hola! ¿Puedo unirme a ustedes?", preguntó tímidamente Lía. Los peces se detuvieron sorprendidos al ver a la enorme ballena acercándose, pero luego sonrieron amablemente.

"¡Claro que sí! ¡Bienvenida!", respondieron al unísono los peces. Lía estaba feliz de haber encontrado amigos tan acogedores, pero pronto el miedo volvió a invadir su corazón.

"¿Están seguros de que no les molesta mi gran tamaño? Siempre siento que asusto a los demás", dijo apenada la ballena azul. Los peces rieron suavemente y uno de ellos, llamado Pepe el pez payaso, se acercó a Lía con simpatía. "Lía, tu tamaño no importa para ser nuestra amiga.

Lo importante es lo buena persona que eres por dentro", le dijo Pepe con cariño. A partir de ese día, Lía pasaba horas junto a sus nuevos amigos peces. Descubrió lo divertido que era jugar entre las algas marinas y explorar los rincones más secretos del océano.

Los demás habitantes marinos también comenzaron a aceptarla tal como era y poco a poco dejó de sentirse insegura por su tamaño.

Sin embargo, una mañana soleada algo inesperado ocurrió: un grupo de tiburones hambrientos apareció amenazando la paz del arrecife donde vivían Lía y sus amigos. Todos los habitantes del mar entraron en pánico excepto la valiente ballena azul. "¡Tranquilos amigos! ¡No permitiremos que estos tiburones arruinen nuestro hogar!", exclamó Lía decidida.

Con su gran cuerpo protegiendo al arrecife, Lía logró ahuyentar a los tiburones demostrando su coraje y determinación. Los peces la miraban admirados y agradecidos por su valentía. Desde ese día en adelante, Lía fue conocida como la protectora del océano.

Todos valoraban su presencia no por su tamaño sino por su nobleza y bondad hacia los demás habitantes marinos. Y así comprendió que la verdadera amistad va más allá de las apariencias exteriores.

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