La Banda de los Cuentos
En un pequeño pueblo llamado Cuentilandia, vivía un grupo de amigos: Lila la lechuza, Toto el sapo, Rita la ratona y Pipo el pingüino. Cada uno tenía un don especial y juntos soñaban con contar la historia más maravillosa del mundo. Un día, Lila dijo:
"Chicos, ¿y si hacemos algo increíble y contamos una historia que todos en Cuentilandia nunca hayan escuchado?"
Rita, entusiasmada, respondió:
"¡Sí! Pero, ¿cómo lo haremos? Este proyecto requiere organización para que todos hagamos nuestra parte."
Pipo, que siempre pensaba en cómo organizar las cosas, sugirió:
"Podemos hacer un esquema. Cada uno se encargará de una parte de la historia y después las unimos."
Todos estuvieron de acuerdo, así que comenzaron a trabajar. Lila se encargó de los personajes, Toto de los lugares, Rita de las aventuras y Pipo de darle un buen cierre a la historia. Al principio todo parecía perfecto, pero luego comenzaron los problemas.
Un día, en medio de la lluvia, Lila dijo:
"Chicos, pero ¿dónde están los personajes en nuestra historia? Yo no tengo ningún dato sobre ellos."
"¡Ay, Lila! Yo pensé que vos ibas a crear a los personajes de la aventura. Pensé que eso era tu parte", respondió Toto, preocupado.
Rita, sintiéndose abrumada por sus tareas, dijo:
"Yo no sé qué aventuras crear si no tengo personajes! Necesitamos comunicarnos mejor."
Pipo, al ver el desorden, sugirió:
"Tal vez deberíamos tener una reunión para organizarnos y dividir mejor las tareas."
Decididos a mejorar, se reunieron en un claro del bosque y empezaron de nuevo. Lila tomó un papel y lápiz y comenzó a anotar las ideas:
"Bien, cada uno de nosotros debemos compartir lo que tenemos pensado. Yo creo en personajes interesantes, pero ¿quién se encargará de darles vida?"
"Yo puedo hacer un dibujo de ellos mientras ustedes cuentan sus historias", dijo Toto, muy animado.
"Y yo puedo pensar en aventuras emocionantes si usted me da los nombres de los personajes”, agregó Rita.
Con cada idea, la historia iba tomando forma. Establecieron normas sobre cómo trabajar juntos y se dividieron las responsabilidades de manera equitativa. Así, cada uno empezó a hacer su parte.
Después de muchas reuniones y risas, finalmente lograron unir todas las partes en un solo relato. La historia hablaba de un viaje épico a la montaña brillosa, donde un grupo de amigos enfrenta desafíos, se apoya y descubre el verdadero significado de la amistad.
"¡Lo logramos! Nuestra historia es maravillosa!" exclamó Lila, emocionada.
"Sí, ¡y todo gracias a que nos organizamos!" dijo Pipo, muy orgulloso.
Cuando llegó el día de contar su historia a todos en Cuentilandia, el pueblo entero se reunió. Con emoción, cada uno de los amigos compartió su parte, y al final, Pipo cerró con una reflexión:
"Las historias son como nosotros, cada uno de sus elementos debe estar en armonía para que cobren vida. Nunca olvidemos que juntos somos más fuertes."
La historia fue un éxito y todos los habitantes de Cuentilandia aplaudieron con entusiasmo. Desde ese día, el grupo de amigos aprendió que la buena organización y el trabajo en equipo son las claves para alcanzar cualquier objetivo.
Y así, descubrieron que no solo podían contar historias, sino que también podían ser un verdadero ejemplo de amistad y colaboración. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.