La banda navideña del pueblo argentino


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un grupo de niños muy entusiasmados por la llegada de la Navidad. Ellos asistían al mismo colegio y eran compañeros de clase.

Cada uno tenía su propio talento musical y amaban cantar villancicos. En el salón de clases, los niños hablaban emocionados sobre cómo podrían hacer algo especial para celebrar la Navidad este año.

Fue entonces cuando se les ocurrió una brillante idea: ¡formar una banda navideña! Querían tocar villancicos con distintos instrumentos y así crear una melodía mágica que llenara los corazones de alegría. La maestra del salón, la señorita Ana, estaba encantada con la idea y decidió ayudar a los niños a organizar todo.

Juntos buscaron instrumentos musicales en el depósito del colegio y encontraron guitarras, tambores, flautas dulces e incluso un piano antiguo que había sido olvidado por años. Los niños comenzaron a practicar todos los días durante el recreo.

Algunos se encargaban de aprender a tocar las guitarras mientras otros practicaban con las flautas dulces o el piano. La emoción era palpable en cada nota musical que resonaba en el salón.

Un día antes del receso navideño, la banda estaba lista para su gran presentación. Los padres fueron invitados al colegio para escuchar a sus hijos interpretando hermosos villancicos. Las luces se apagaron y los niños tomaron sus lugares.

El primer acorde sonó en las guitarras mientras los demás instrumentos se unían poco a poco. La magia de la música llenó el salón y los padres no podían creer lo talentosos que eran sus hijos.

Los niños cantaban con voces dulces y armoniosas, mientras los instrumentos complementaban cada melodía. Pero entonces, algo inesperado sucedió. Uno de los niños se equivocó al tocar una nota en su flauta dulce. Se sintió tan avergonzado que dejó de tocar por completo, pensando que había arruinado toda la presentación.

La señorita Ana notó la tristeza en su rostro y rápidamente se acercó a él. Le recordó que todos cometemos errores y le dijo: "Lo importante es seguir adelante y aprender de ellos".

El niño asintió tímidamente y decidió volver a intentarlo. Al escuchar las palabras de aliento de la maestra, el resto del grupo también se acercó al niño para mostrarle apoyo.

Juntos decidieron repetir el villancico desde el principio para asegurarse de que todos estuvieran en sintonía. Esta vez, cuando llegaron a la parte donde el niño había cometido un error, todos prestaron especial atención para ayudarlo a superar su miedo.

Con cada nota tocada con amor y comprensión, el sonido era aún más hermoso que antes. Al finalizar la canción, los padres aplaudieron emocionados mientras lágrimas de felicidad recorrían sus mejillas. Estaban impresionados por cómo esos niños habían trabajado juntos como un equipo y demostraron tanta valentía ante un obstáculo inesperado.

Desde ese día, la banda navideña del salón fue conocida en todo el pueblo. Los niños continuaron tocando juntos durante muchos años, compartiendo su amor por la música y la Navidad con todos aquellos que los escuchaban.

Y así, cada Navidad, los niños del salón de clases cantaban villancicos con distintos instrumentos, recordando siempre que lo más importante no es ser perfecto, sino tener el coraje de seguir adelante y aprender de nuestros errores.

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