La bandera en la Luna



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina dos amigos muy curiosos y aventureros llamados Bruno e Ignacio.

Un día, mientras observaban la luna desde el patio trasero de la casa de Bruno, se dieron cuenta de algo sorprendente. - ¡Mira, Ignacio! -exclamó Bruno señalando hacia arriba-. ¿Has notado que en la luna no hay ninguna bandera de nuestro país? Ignacio frunció el ceño y asintió con curiosidad.

Juntos comenzaron a pensar en cómo podrían solucionar ese problema tan importante para ellos. - ¡Ya sé! -dijo Bruno emocionado-. Podemos construir una bandera gigante y llevarla a la luna nosotros mismos. Ignacio sonrió ante la idea tan descabellada pero emocionante al mismo tiempo.

Decidieron poner manos a la obra y empezaron a buscar materiales para hacer una bandera lo suficientemente grande como para verse desde la tierra. Con mucha creatividad y esfuerzo, los dos amigos lograron confeccionar una enorme bandera argentina.

Llena de colores brillantes y con el sol radiante en el centro, representaba todo aquello que amaban de su país.

Una noche, cuando la luna brillaba con fuerza en el cielo estrellado, Bruno e Ignacio subieron a un cohete improvisado que habían construido en secreto en el garaje de Ignacio. Con su bandera enrollada debajo del brazo, emprendieron un viaje hacia la luna. El camino fue largo y lleno de desafíos, pero finalmente llegaron a su destino.

Con cuidado desplegaron la gran bandera argentina sobre la superficie lunar y se alejaron para admirar su obra maestra desde lejos. - ¡Es increíble! -exclamó Ignacio emocionado-. Ahora todos desde la tierra podrán ver nuestra bandera ondeando orgullosa en la luna.

Bruno asintió con satisfacción mientras observaban maravillados cómo su bandera se mecía suavemente al viento lunar. Estaban felices de haber cumplido su misión y representar a su país incluso más allá de las fronteras terrestres.

Al regresar a casa, fueron recibidos como héroes por toda la comunidad. Su valentía y determinación inspiraron a muchos otros niños a soñar en grande y trabajar juntos por un objetivo común.

Desde entonces, cada vez que miraban hacia arriba y veían brillar la luna con orgullo argentino, recordaban aquella aventura inolvidable que los convirtió en verdaderos héroes nacionales. Y así demostraron que con imaginación, trabajo duro y amistad no hay límites para alcanzar nuestros sueños más grandes.

FIN.

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