La Batalla Contra el Gran Monstruo del Lago



Había una vez, en un reino lejano, cuatro amigas inseparables: Cenicienta, Blancanieves, Caperucita Roja y Senicienta. Un día, mientras disfrutaban de un picnic al lado de un lago brillante, escucharon rumores sobre un terrible monstruo que había aparecido en sus aguas.

"¿Escucharon lo que dicen?", preguntó Caperucita, con su cesta llena de bocadillos.

"Sí, dicen que el monstruo asusta a todos los que se acercan al lago", respondió Blancanieves, mirando al agua con curiosidad.

"Pero ¿y si no es tan malo como lo pintan?", intervino Cenicienta, deseando que el monstruo no fuera una amenaza.

"Podemos averiguarlo", dijo Senicienta, con una sonrisa desafiante. "Es totalmente justo que le demos una oportunidad."

Las chicas convinieron en que tenían que confrontar al monstruo, no solo para ayudar a los habitantes del pueblo, sino también para ver si el monstruo realmente era tan feroz como se decía. Prepararon a cada una un pequeño equipaje: Caperucita llevó su cesta llena de frutas, Blancanieves, flores para atraerlo, Cenicienta, unas varitas mágicas que había encontrado, y Senicienta, su valentía y optimismo.

Al llegar al lago, el cielo se oscureció de pronto. El viento comenzó a soplar con fuerza y el agua se agitou. De repente, un enorme bicho surgió de las profundidades; su aspecto era aterrador, con escamas brillantes y dientes afilados.

"¡Alejen a esos monstruos!", rugió el Gran Monstruo del Lago, con una voz profunda. "¡No me molesten en mi hogar!"

Las chicas, en lugar de huir, se miraron entre ellas y decidieron enfrentar su temor.

"¡Espera!", gritó Blancanieves. "No venimos a hacerte daño, solo queremos hablar."

"¿Por qué todos te temen?", preguntó Caperucita, valiente. "Quizás lo que parece malo no siempre lo es."

El monstruo se detuvo y miró a las chicas con interés.

"¡Nadie se anima a acercarse, solo me tiran piedras y me asustan!", respondió. "Sólo quiero vivir tranquilo y disfrutar de mi lago, pero he de protegerme."

Cenicienta dio un paso al frente.

"Podemos demostrarte que no somos tus enemigos. Venimos en paz. ¿Qué tal si hacemos un trato? Te ayudamos a que todos conozcan tu verdadera historia, y a cambio nos dejas ser tus amigas."

El Gran Monstruo del Lago, sorprendido por su oferta, asintió lentamente.

"¿Y cómo lo harían?"

Las chicas empezaron a idea un plan. En primer lugar, organizarían un festival junto al lago donde invitarían a todos los habitantes del pueblo a conocer al monstruo. Así, podrían mostrarle que era sólo un ser solitario, no un malvado.

Durante el festival, Blancanieves usó sus flores para adornar el lugar. Caperucita llevó su canasta con comida deliciosa, mientras Cenicienta y Senicienta prepararon una obra de teatro en la que el monstruo fuera el héroe, salvando a las chicas de un peligro ficticio.

Cuando llegó el día, todos estaban encantados, riendo y disfrutando de un hermoso día junto al lago. El Gran Monstruo, al principio tímido, pronto se unió a la multitud, mostrando su verdadero yo.

"¡Miren! ¡No es un monstruo aterrador!", exclamó un niño que jugaba con sus amigos.

"¡Es solo un gran amigo que cuida del lago!", añadió Senicienta, sonriendo.

Poco a poco, las personas del pueblo se dieron cuenta de que el Gran Monstruo del Lago no era una amenaza, sino un ser amable que solo quería compañía. Al final del día, todos disfrutarían de una cena al aire libre con el monstruo como invitado especial.

A partir de ese día, las chicas y el Gran Monstruo se convirtieron en grandes amigos.

"Gracias, amigas", dijo el monstruo con una voz suave. "Me hicieron sentir aceptado y querido".

"Siempre hay que mirar más allá de las apariencias", respondió Cenicienta, entusiasmada. "Y recordemos que todo ser, por extraño que parezca, merece una oportunidad."

Las amigas regresaron a casa, felices y orgullosas de haber luchado por la verdad y por hacer del mundo un lugar un poco más comprensivo y amable. Desde entonces, el lago nunca fue lo mismo; era un lugar donde las diferencias se celebraban y donde la amistad se encontraba en cada rincón.

Así, el Gran Monstruo del Lago se convirtió en una leyenda de valentía, compañerismo y la importancia de no juzgar a los demás por su apariencia. Las chicas aprendieron que juntos pueden superar cualquier miedo que enfrentan.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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