La batalla del genio oscuro


Había una vez en una isla perdida en medio del océano, un niño llamado Mateo que descubrió una lámpara mágica mientras exploraba la playa.

Al frotarla con curiosidad, apareció un genio que le dijo:- ¡Hola, soy el genio de la lámpara y estoy aquí para concederte tres deseos! Mateo no podía creerlo, ¡un genio de verdad! Se pellizcó para asegurarse de que no estaba soñando y luego dijo emocionado:- Quiero ser capaz de volar como un pájaro.

El genio asintió y con un chasquido de sus dedos, Mateo se vio flotando en el aire. Rápidamente aprendió a controlar su vuelo y recorría la isla con total libertad.

Pero pronto se dio cuenta de que volar todo el tiempo no era tan divertido como pensaba. Extrañaba correr por la playa, jugar al fútbol con sus amigos y sentir la arena bajo sus pies. Entonces decidió pedir su segundo deseo.

- Genio, me gustaría volver a ser un niño normal -dijo Mateo con determinación. El genio sonrió y concedió su deseo. En ese momento, Mateo recuperó su forma original y saltó de alegría al sentirse nuevamente parte del mundo terrenal.

Sin embargo, antes de poder hacer su último deseo, algo inesperado ocurrió: la lámpara comenzó a brillar intensamente y se abrió una grieta en el cielo. De ella emergió una criatura oscura y malvada que se autodenominaba "el Anti-genio".

- ¡He venido a robar tus deseos! -rugió el Anti-genio mirando fijamente a Mateo. El genio advirtió a Mateo sobre las intenciones malignas del intruso y juntos idearon un plan para detenerlo. Decidieron trabajar en equipo para enfrentar al Anti-genio y proteger los sueños del niño.

Después de una épica batalla llena de magia y astucia, lograron derrotar al Anti-genio y sellarlo nuevamente en la grieta del cielo.

La paz regresó a la isla gracias al valor y la amistad entre el genio, Mateo y todos los habitantes del lugar. Agradecido por haber vivido esta aventura extraordinaria, Mateo decidió usar su último deseo para pedirle al genio que cada persona en la isla pudiera cumplir uno de sus sueños más profundos.

Desde entonces, todos los días eran como un carnaval lleno de risas y alegría en esa isla donde los sueños se hacían realidad gracias al increíble poder de la amistad e imaginación.

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