La batalla del mundo invisible



Era un día soleado en el barrio de Sara y Susana. Ambas amigas estaban jugando en el jardín de Sara cuando, de repente, encontraron un desván que nunca antes habían visto. Curiosas, decidieron entrar y se encontraron con un gran espejo cubierto de polvo.

"Este espejo parece mágico", dijo Sara emocionada.

"¿Te imaginas si puede llevarnos a otro lugar?", respondió Susana, con los ojos llenos de expectativa.

Sin pensarlo dos veces, se acercaron al espejo y, al tocarlo, fueron absorbidas por un torbellino de colores.

Cuando se dieron cuenta, estaban en un mundo completamente diferente. Todo era brillante y lleno de formas extrañas, pero había algo aterrador: todo estaba cubierto por una niebla oscura que lo hacía invisible.

"¿Dónde estamos?", preguntó Susana, asustada.

"No lo sé, pero debemos descubrirlo", respondió Sara con determinación.

A medida que exploraban, se dieron cuenta de que este mundo estaba en peligro. La niebla oscura estaba robando la calidez y la luz, haciendo que la tierra se volviera sombría y triste. Un grupo de criaturas invisibles intentó asustarlas, pero Sara y Susana se mantuvieron firmes.

"¡No tenemos miedo!", gritó Sara.

"¡Vamos a luchar para salvar este lugar!", añadió Susana, decidida.

Las amistades que habían forjado en su propia realidad les dieron valor. Juntas, comenzaron a buscar pistas y recursos para hacer que el mundo volviera a ser visible. Encontraron una biblioteca llena de libros mágicos que les enseñaron sobre la luz y la creatividad.

Una anciana criatura apareció detrás de ellas. Era un sabio dragón llamado Lúcido, quien les explicó:

"La única forma de vencer la niebla es con la luz de la imaginación y la valentía. Tienen que crear algo maravilloso y mostrarlo al mundo invisible para que la niebla desaparezca".

"¿Y cómo hacemos eso?", preguntó Susana, sintiéndose un poco perdida.

Lúcido sonrió.

"Cada una de ustedes tiene un talento especial. Sara, puedes dibujar, y Susana, tienes una gran voz. Juntas pueden crear una obra de arte y una canción que simbolicen la alegría y la amistad".

Las amigas se pusieron a trabajar. Sara dibujó un hermoso paisaje colorido lleno de flores y árboles, mientras que Susana comenzó a componer una canción enérgica y alegre.

"¡Esto es increíble!", exclamó Sara mientras dibujaba.

"¡Tu canción le dará vida a mi dibujo!", respondió Susana emocionada.

Mientras trabajaban, la niebla comenzó a levantarse poco a poco. Las criaturas invisibles que antes las asustaban empezaron a aparecer, también llenas de miedo.

"¡No queremos que nos vean!", temblaron.

"¡Pero están aquí para ayudarnos!", les dijo Sara.

"¡Confíen en nosotras!", añadió Susana, intentando tranquilizarlas.

Finalmente, el día de la presentación llegó. Sara y Susana se situaron en una colina, con el dibujo en una mano y el micrófono en la otra. Alzaron ambas en alto y comenzaron a mostrar su creación al mundo.

En ese momento, una luz brillante emanó de sus corazones y se extendió por todo el lugar. Las sombras comenzaron a disiparse, y todos los seres invisibles vieron sus verdaderos colores brillar por primera vez.

La canción de Susana resonó en el aire y la imagen de Sara se volvió más y más vibrante. Los habitantes invisibles comenzaron a unirse a la canción, llenando el ambiente de armonía y alegría.

De repente, la niebla desapareció por completo, y el mundo recuperó su color y belleza.

"¡Lo logramos!", gritó Sara abrazando a Susana.

"¡Ahora todos pueden ver la magia de este lugar!", exclamó Susana, feliz.

En agradecimiento, Lúcido las llevó al centro de este mundo resplandeciente.

"Gracias, valientes amigas. Han traído la luz a nuestro hogar. Ahora pueden regresar a su mundo".

Con un gesto de su escamoso brazo, el dragón abrió un nuevo portal.

Sara y Susana cruzaron el umbral y se encontraron de nuevo en el desván de Sara.

"¿Te das cuenta de lo que hicimos?", preguntó Susana.

"Sí. Y nunca olvidaremos que la amistad y la creatividad pueden vencer cualquier oscuridad".

Así, las dos amigas prometieron seguir creando y ayudando a otros con su luz, tal como lo habían hecho en el mundo invisible.

Y, desde entonces, cada vez que veían un espejo, sonreían, recordando que la verdadera magia reside en su valentía e imaginación.

FIN.

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