La bebida mágica de la plaza



Había una vez en la plaza del barrio, un grupo de amigos que jugaba y se divertía bajo el sol. Martina, Juan, Sofía y Tomás corrían de un lado a otro persiguiéndose y riendo a carcajadas.

De repente, entre los arbustos, descubrieron algo brillante en el suelo. - ¡Miren lo que encontré! -exclamó Martina levantando una lata plateada con letras rojas que decían —"Energix" . Los cuatro amigos se acercaron curiosos para ver qué era aquello que habían encontrado.

- ¿Qué será esto? Nunca vi algo así antes -dijo Juan rascándose la cabeza. - Parece una lata de bebida. ¿Será rica? -preguntó Sofía con ojos brillantes. Tomás agarró la lata y leyó en voz alta: "Bebida energética".

Los niños intercambiaron miradas confundidas. Ninguno sabía qué significaba eso de "bebida energética". Decidieron llevarla al parque para investigar más tranquilos.

Sentados en un banco bajo la sombra de un árbol, comenzaron a imaginar cosas sobre la misteriosa bebida. - ¡Quizás nos dé súper poderes! -exclamó emocionada Martina. - O tal vez nos haga volar como superhéroes -agregó Juan levantando las cejas asombrado. Sofía tomó coraje y propuso abrir la lata para probarla.

Con cuidado, Tomás quitó la tapa y sirvió un poco en vasitos plásticos que encontraron cerca. Al probarla, sus rostros pasaron por distintas expresiones: sorpresa, disgusto y finalmente diversión al sentir el sabor dulce y burbujeante en sus bocas.

De repente, empezaron a sentirse más activos e inquietos. Sus risas se volvieron más fuertes y sus movimientos más rápidos. Corrían sin parar por todo el parque como si tuvieran resortes en los pies.

Pero pronto notaron que tanto movimiento les estaba haciendo sentir mal. Se mareaban y tenían dolor de estómago. Fue entonces cuando recordaron las advertencias sobre no consumir demasiada azúcar ni sustancias desconocidas.

Conscientes de su error, buscaron una papelera cercana donde tirar la lata vacía y corrieron hacia casa para beber agua fresca y descansar. Al día siguiente, decidieron contarle a sus padres lo sucedido en la plaza.

A través de esa experiencia aprendieron sobre los peligros de consumir productos desconocidos sin saber qué contienen realmente. También entendieron la importancia de leer etiquetas y ser responsables con lo que ponen dentro de sus cuerpos.

Desde ese día, prometieron cuidarse mutuamente y siempre estar atentos a lo que encuentren en su camino mientras juegan juntos en la plaza del barrio.

FIN.

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