La Bella Aventura de Valentina



En un colorido pueblito llamado Alegría, vivía una niña llamada Valentina. Desde muy pequeña, Valentina había crecido rodeada de historias sobre lo bello y lo extraordinario. Un día, leyó en un libro sobre un lugar mágico que prometía la verdadera belleza, y decidió que debía encontrarlo.

"- ¡Mamá!" - exclamó Valentina, con los ojos brillando de emoción. "- Quiero ir en busca de la belleza de verdad."

"- Pero, Valen, la belleza se encuentra en muchos lugares, no solo en uno mágico" - respondió su mamá con una sonrisa. "- ¿Has mirado alrededor?"

Valentina frunció el ceño. Ella quería algo especial, algo que no había visto jamás. Así que, al día siguiente, se armó de valor, tomó su mochila y salió con su mapa en la mano.

Mientras caminaba, se encontró con su vecino, el viejo Don Ramón, que estaba podando sus plantas.

"- ¿A dónde vas, Valentina?" - le preguntó con curiosidad.

"- ¡Voy a buscar la belleza!" - replicó Valentina, un poco altanera, como si hubiera descubierto el secreto del universo.

"- Eso suena grandioso, pero la belleza también puede estar en los lugares más simples" - lo instó Don Ramón, mientras sostenía una colorida flor en su mano.

Valentina sonrió amablemente, pero continuó su camino, decidida a ver el mundo con sus propios ojos.

Más adelante, Valentina se encontró con su amiga Sofía, sentada en una roca del parque.

"- ¿A dónde vas tan apurada, Valen?" - preguntó Sofía mientras jugaba con su muñeca.

"- Estoy buscando la belleza verdadera, ¡y la voy a encontrar!" - aseguró Valentina.

"- Podrías acompañarme a jugar... a veces se encuentra belleza en la amistad" - sugirió Sofía.

Valentina dudó. La idea de jugar le sonaba tentadora, pero su misión la empujaba a seguir.

"- Gracias, pero tengo que encontrarlo…" - dijo Valentina, y se despidió.

Siguió caminando y, de repente, se encontró al borde de un hermoso lago. Las aguas brillaban como un espejo.

"- ¡Por fin, encontré la belleza!" - exclamó emocionada. Pero cuando se agachó para tocar el agua, vio su reflejo y se sintió un poco decepcionada.

"- No… no es esto lo que busco" - murmuró para sí misma, un poco confundida.

Desalentada, se sentó en la orilla del lago y empezó a pensar. De repente, una mariposa colorida voló a su alrededor y se posó a su lado.

"- ¡Qué hermosa eres!" - le dijo Valentina, mientras sonreía por primera vez en todo el día.

Cuando la mariposa batía sus alas, Valentina se dio cuenta de que había algo aún más bonito. Al observarla, notó que había un grupo de pequeños patitos nadando en el agua y jugando entre ellos.

"- ¿Viste cómo se ríen entre ellos?" - dijo Valentina, comenzando a sentir un cosquilleo en su corazón.

Justo en ese instante, decidió ir a jugar con ellos. Corrió al lago y comenzaron a chapotear en el agua, riendo y divirtiéndose. Mira que saltaba y chapoteaba, la belleza que había estado buscando comenzó a florecer dentro de ella.

Regresando a casa, Valentina comprendió que, aunque había buscado en lugares lejanos y fantásticos, la verdadera belleza estaba en aquello que le hacía feliz.

"- Mamá, encontré la belleza, ¡y no era lo que pensaba!" - proclamó al entrar a casa, con una gran sonrisa.

"- ¿Y qué descubriste, mi amor?" - preguntó su madre.

"- La belleza está en jugar con amigos, en la risa, en la mariposa y hasta en los patitos en el lago. ¡Está en todos lados!" - exclamó Valentina.

Desde ese día, Valentina entendió que el verdadero valor de la belleza no radica en su apariencia externa, sino en las cosas sencillas que nos hacen sonreír y sentir bien por dentro.

FIN.

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