La bella sonrisa de Aitana

Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Aitana. Aitana era conocida por su bella sonrisa que iluminaba a todos los que tenían la suerte de verla.

Un día, Aitana descubrió que su sonrisa tenía un poder especial: tenía la capacidad de alegrar el corazón de las personas tristes y traer esperanza a quienes la necesitaban. Emocionada por su maravilloso don, decidió compartirlo con todos en su comunidad.

- ¡Mamá, papá, descubrí que mi sonrisa puede hacer feliz a la gente! - exclamó Aitana emocionada. Sus padres, orgullosos de su hija, la animaron a usar su regalo para hacer el bien en el mundo.

Aitana visitó a los ancianos en el hogar de cuidados, llevando consigo su brillante sonrisa y contagiando a cada uno de ellos con su felicidad. - ¡Gracias por traer luz a nuestras vidas, Aitana! - le dijo una anciana con lágrimas de alegría en los ojos.

Animada por el impacto positivo que podía generar, Aitana decidió llevar su don a la escuela. Al ver a sus compañeros de clase tristes o decaídos, les regalaba su sonrisa, y pronto el ánimo de todos cambió.

Sin embargo, un día, un niño nuevo llegó a la escuela. Se llamaba Mateo y parecía muy tímido y triste. A pesar de todos los esfuerzos de Aitana, Mateo no lograba sonreír.

Aitana no estaba acostumbrada a que su sonrisa no tuviera efecto en la gente, y se sintió desanimada. Sin embargo, decidió no rendirse. Determinada a ayudar a su nuevo amigo, Aitana se acercó a Mateo y le preguntó qué le sucedía. Después de escucharlo atentamente, Aitana le tendió la mano y le ofreció su amistad.

Poco a poco, Mateo comenzó a sentirse mejor, y un día, finalmente, esbozó una pequeña sonrisa. Aitana entendió que su sonrisa podía ser poderosa, pero que el regalo más grande que podía darle a alguien era su amistad y su apoyo.

A partir de ese día, Aitana y Mateo se convirtieron en los mejores amigos, y juntos aprendieron que la verdadera belleza de una sonrisa no está solo en su brillo, sino en el amor y la bondad que la acompañan.