La belleza de la amistad


Había una vez en un hermoso jardín, una mariposa llamada Celeste. Ella era de un color azul brillante y sus alas relucían con destellos plateados bajo la luz del sol.

Celeste era conocida en todo el jardín por su belleza y elegancia al volar de flor en flor. Un día, mientras revoloteaba por el jardín, Celeste se encontró con Lucas, un pequeño caracol que siempre soñaba con poder volar como ella.

Lucas le dijo a Celeste: "¡Mariposa Celeste, qué hermosa eres! Me encantaría poder volar como tú y descubrir nuevos lugares". Celeste sonrió amablemente y le respondió: "-Gracias, Lucas. Aunque no puedas volar, tienes otras cualidades maravillosas que te hacen especial".

Lucas se sintió animado por las palabras de Celeste y decidió seguirla en su recorrido por el jardín. Juntos exploraron cada rincón, compartiendo risas y aventuras.

Pero un día, una fuerte tormenta azotó el jardín y tanto Celeste como Lucas se vieron separados. La lluvia caía sin cesar y el viento soplaba con fuerza. Celeste luchaba por mantenerse en lo alto con sus delicadas alas empapadas. Mientras tanto, Lucas se refugiaba bajo una hoja grande para protegerse de la tormenta.

Pasaron horas antes de que la tormenta finalmente amainara. Cuando finalmente salió el sol nuevamente, Celeste buscó a Lucas preocupada. Lo encontró temblando debajo de la hoja mojada. "-Lucas, ¿estás bien?" -preguntó Celeste con angustia.

"-Sí, Mariposa Celeste... gracias por preocuparte por mí" -respondió Lucas débilmente. Celeste supo entonces que había llegado el momento de demostrarle a Lucas lo especial que era.

Con cuidado, levantó a Lucas sobre su espalda y comenzó a volar lentamente hacia un lugar seguro donde pudieran secarse y recuperarse juntos. Los días pasaron y la amistad entre Mariposa Celeste y Lucas creció aún más fuerte.

A pesar de sus diferencias, aprendieron a valorarse mutuamente por lo que cada uno tenía para ofrecer: la gracia al volar de Celeste y la valentía e ingenio de Lucas.

Desde aquel día, Mariposa Celeste siempre recordaría cómo superaron juntos aquella tormenta como amigos inseparables; enseñándole a todos en el jardín que la verdadera belleza radica en ser capaz de ayudarse mutuamente cuando más se necesita.

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