La Belleza de Luna y Ana



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos brillantes, dos hermanas que se llamaban Luna y Ana. Eran conocidas por su belleza deslumbrante, tanto en su aspecto físico como en su corazón. En el pueblo, todos las querían por su amabilidad y su risa contagiosa.

Un día, mientras jugaban en el bosque, tropezaron con una cabaña misteriosa. La curiosidad las llevó a acercarse.

"¿Qué habrá dentro de esa cabaña?" - preguntó Luna.

"No lo sé, pero parece un lugar mágico" - respondió Ana con una sonrisa.

Al entrar, encontraron a una anciana de cabello enredado y ojos chispeantes, que las miró con curiosidad.

"Hola, mis bellas niñas. Soy la Bruja Valeria. ¿Quieren un poco de magia?" - dijo la bruja con una sonrisa maliciosa.

Luna y Ana, intrigadas, asintieron. Pero Valeria tenía un plan oscuro: estaba celosa de la belleza de las hermanas y decidió robarles su encanto.

"Si quieren ser aún más bellas, deben dejarme algo a cambio,... lo que más valoren" - dijo la bruja, mientras agitaba su varita mágica.

"Pero... ¿Qué podría ser eso?" - preguntó Ana, insegura.

La bruja comenzó a recitar un hechizo y, en un abrir y cerrar de ojos, las hermanas sintieron que perdían su brillo.

Al mirar al espejo, vieron que su belleza había desaparecido.

"¿Qué nos has hecho?" - gritó Luna, desesperada.

"Solo un pequeño intercambio. ¡Hasta luego, bellas!" - respondió la bruja, riendo mientras desaparecía en una nube de humo.

Las hermanas se sintieron tristes y vacías. No sólo habían perdido su belleza exterior, sino también la alegría que las caracterizaba. Juntas, decidieron que debían encontrar la manera de recuperar lo que habían perdido.

"No podemos quedarnos así, Luna. Debemos ir tras de ella y recuperar nuestra belleza" - exclamó Ana decidida.

"¡Sí! No dejaremos que esta bruja nos quite lo que somos" - respondió Luna, aferrando la mano de su hermana.

Caminaron de regreso a la cabaña de la bruja, guiadas por el amor que sentían la una por la otra. Cuando llegaron, encontraron la puerta abierta pero la bruja estaba ausente.

"¿Y si busca algo más que belleza?" - sugirió Ana.

"Tal vez sea su amabilidad. La amabilidad siempre brilla más que la belleza" - añadió Luna.

Entonces, decidieron dejarle una nota en la que le contaban sobre lo que habían aprendido:

"Querida Bruja Valeria, entendemos que la belleza es algo efímero, pero la amabilidad y el amor entre nosotros lo son todo. Te perdonamos y esperamos que encuentres tu propia belleza interior" - escribieron juntas.

Con su mensaje, sintieron que estaban llenas de luz de nuevo. De repente, la bruja apareció, y al leer la nota, su risa se tornó en llanto.

"Yo... yo sólo quería ser hermosa y querida como ustedes" - confesó la bruja, con lágrimas en los ojos.

Luna y Ana se acercaron a ella.

"La belleza no importa tanto como ser buena y ayudar a otros. Todos merecemos amor" - dijo Luna.

"Te ofrecemos nuestra amistad, si lo deseas" - añadió Ana, extendiendo su mano hacia la bruja.

Valeria, sorprendida por su bondad, aceptó su oferta.

"Gracias. Yo también quiero aprender a ser amable y bellamente en mi interior" - susurró la bruja.

Juntas, comenzaron un nuevo capítulo. Valeria enseñó a las hermanas la magia de crear belleza a través de buenas acciones, y las hermanas a Valeria que la verdadera belleza viene desde dentro.

Desde ese día, ninguna de las tres se sintió sola. Se hicieron amigas y descubrieron que la razón del verdadero brillo no radica en la apariencia, sino en el corazón.

Así, juntas, desafiaron el bosque, compartiendo risas y creando un lazo indestructible. Y aunque a veces el camino no fue fácil, siempre iluminaron su camino con amor y amistad.

FIN.

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