La belleza interior de Luli



Luli era una mariposa muy coqueta. Siempre estaba pendiente de su apariencia y le encantaba imitar a su prima, Luna, que era conocida por ser la más bella del jardín.

Un día, Luli decidió teñirse el pelo para lucir como Luna. Se acercó al salón de belleza de las abejas zumbonas y pidió un cambio radical. "Quiero el mismo color de pelo que mi prima Luna, ¡quiero ser tan hermosa como ella!"- exclamó Luli emocionada.

Las abejas zumbonas comenzaron a mezclar los tintes con mucho cuidado, pero justo en ese momento, una abeja despistada tropezó y derramó accidentalmente un químico radiactivo en la mezcla.

Luli no se dio cuenta del error y siguió adelante con el proceso. Cuando terminaron, retiraron la capa protectora de su cabeza y... ¡sorpresa! En lugar de un precioso cabello brillante como el de Luna, Luli quedó completamente calva. Llorando desconsoladamente, Luli corrió hacia su casa sin mirar atrás.

Se sentía triste y avergonzada por lo que había pasado. Al llegar a su hogar, se encerró en su habitación y se negaba a salir.

Pero lo que Luli no sabía era que esta situación inesperada sería el comienzo de una gran lección para ella. Poco a poco fue entendiendo que la verdadera belleza no reside en cómo nos vemos por fuera, sino en cómo somos por dentro.

Un día soleado, mientras seguía escondida en su habitación, escuchó una melodía familiar proveniente del jardín. Era Luna cantando con alegría mientras revoloteaba entre las flores. Intrigada por la felicidad de su prima a pesar de todo lo ocurrido, Luli decidió asomarse tímidamente por la ventana.

Luna notó su presencia y voló hasta donde estaba. "¿Qué te pasó?"- preguntó preocupada Luna al ver a Luli calva. Con lágrimas en los ojos, Luli contó lo ocurrido ese fatídico día en el salón de belleza.

Para sorpresa de Luli, Luna sonrió cálidamente y le dijo:"Querida prima, la verdadera belleza está en aceptarnos tal como somos. Tu valentía al enfrentar esta situación te hace aún más especial. "Estas palabras resonaron profundamente en el corazón de Luli.

Comenzó a comprender que no importaba si tenía o no pelo; lo importante era aprender a amarse a sí misma sin importar las circunstancias externas. Decidiendo dejar atrás sus miedos e inseguridades, Luli salió finalmente al jardín junto a Luna.

Las dos mariposas revolotearon juntas entre las flores mientras compartían risas y complicidad. Desde aquel día, Luli aprendió que la verdadera belleza radica en la aceptación propia y el amor propio.

Aunque ya no tuviera pelo como antes, brillaba con luz propia gracias a su valentía y autenticidad.

FIN.

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