La belleza interior de Sofía

Había una vez en un pequeño pueblo un niña llamada Sofía, la cual era conocida por ser muy presumida y vanidosa.

Siempre se pasaba el día mirándose al espejo y hablando de lo bonita que era, mientras despreciaba a los demás niños del pueblo. Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, Sofía encontró a una conejita blanca perdida y asustada.

La conejita tenía unos ojos grandes y brillantes como la luna llena, por lo que Sofía decidió llamarla Luna. A pesar de su actitud arrogante, Sofía sintió compasión por la conejita y decidió llevarla a su casa para cuidarla. Desde ese día, Luna se convirtió en la inseparable compañera de Sofía.

Juntas jugaban todo el día, explorando el bosque y compartiendo momentos divertidos. Con el tiempo, Sofía empezó a darse cuenta de lo egoísta que había sido antes y cómo había lastimado a sus amigos con su actitud altanera.

Una tarde, mientras jugaban en el jardín de la casa, Luna le dijo a Sofía con voz tierna: "-Sofía, siempre es importante ser amable y generoso con los demás. La verdadera belleza está en el corazón.

" Estas palabras resonaron en el alma de Sofía, quien finalmente entendió que la verdadera belleza no estaba en lucir bien por fuera, sino en ser buena persona. A partir de ese momento, Sofía cambió completamente su forma de ser.

Dejó atrás la vanidad y se convirtió en una niña amable, solidaria y cariñosa con todos a su alrededor. Sus antiguos amigos notaron este cambio y pronto volvieron a jugar juntos como antes.

Los días pasaron y Sofía creció rodeada del amor incondicional de Luna. Siempre recordaba las palabras sabias de su amiga peluda y las llevaba en su corazón donde quiera que fuera.

Y así, gracias a la llegada de Luna a su vida, Sofía aprendió una gran lección: que la verdadera belleza radica en ser bondadoso con los demás y tener un corazón puro lleno de amor. Y juntas vivieron felices para siempre compartiendo aventuras llenas de alegría y complicidad bajo la luz plateada de la luna llena.