La Bestia del Bosque



Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo rodeado de un denso bosque, se contaba la historia de una extraña bestia que espantaba a los alumnos después de clases. Cada tarde, al sonar el timbre de la escuela, los chicos se apresuraban a irse a casa, temerosos de cruzar el bosque.

Una tarde, mientras todos se marchaban, Lucas, un curioso chico de diez años, decidió que ya era hora de enfrentar su miedo. Con su mochila al hombro y su valiente corazón, se adentró en el bosque, decidido a descubrir la verdad sobre la bestia.

"Si me encuentro con la bestia, le preguntaré por qué asusta a todos", pensó Lucas.

"¡Te va a comer vivo!", gritó Sofía, una de sus compañeras.

No le dio importancia a Sofía. En su mente, la curiosidad podía con el miedo.

Con cada paso que daba, las sombras danzaban alrededor de él, pero Lucas no se rindió. Luego de caminar un buen rato, escuchó un extraño ruido. Decidido a no retroceder, se acercó cautelosamente.

"¿Hay alguien ahí?" -preguntó Lucas, temblando un poco.

Para su sorpresa, un gran oso pardo apareció entre los árboles, con un aire amistoso, aunque con un fulgor en sus ojos que decía que tenía mucho que contar.

"No tengas miedo, pequeño", dijo el oso con voz profunda.

"Soy Boris, y no soy una bestia. Solo defiendo este lugar donde vivo. ¿Por qué huyen los chicos de mí?"

"Se dice que eres una bestia salvaje que come niños después de la escuela", respondió Lucas, aún algo asustado pero más intrigado.

Boris sonrió.

"Eso no es cierto. Solo trato de proteger mi hogar de aquellos que se adentran sin respeto. Este bosque es un lugar mágico, lleno de vida, y a veces, los ruidos asustan a los que no conocen la verdad."

Lucas se sentó a escuchar a Boris, quien le contó la historia de cómo el bosque había sido un lugar de alegría y amistad, pero que había empezado a ser invadido por personas que no cuidaban de la naturaleza.

"He estado buscando formas de proteger mi hogar, pero los rumores han crecido demasiado. Siempre me ven como una amenaza cuando en realidad solo quiero paz", explicó Boris.

"Podemos hacer algo juntos", propuso Lucas, su mente trabajando rápido.

"Podemos contarles a los otros chicos la verdad sobre vos, y organizar una excursión a este lugar mágico. Así aprenderíamos a respetar la naturaleza."

Boris asintió, contento con la idea. A la mañana siguiente, Lucas se reunió con sus amigos.

"Chicos, no tengan miedo. ¡Quiero llevarlos a conocer a Boris!

- ¡Es un oso realmente amable y tiene una historia increíble!"

"¿De verdad?", preguntó Sofía con incredulidad.

"Sí. Si no van, nunca sabrán que no hay razón para temer. Vamos!"

Convenció a su grupo y juntos, se adentraron en el bosque. Esta vez, se escuchaban risas y curiosidad reemplazando los murmullos de miedo. Al llegar a la cueva de Boris, los niños se sorprendieron al ver al enorme oso sentado en paz, rodeado de flores y mariposas.

"¡Hola Boris!" gritaron todos a coro.

"¡Hola pequeños! ¡Bienvenidos a mi hogar!" dijo Boris con una sonrisa amplia.

Los niños aprendieron sobre las plantas, los animales y la importancia de proteger el lugar donde vivían. Fue un día lleno de risas, juegos y nuevas amistades. Al final de la tarde, Lucas se acercó a Boris.

"Gracias, Boris, por mostrarles la verdad a mis amigos. Estoy seguro de que los rumores pronto se detendrán."

"Siempre que haya comprensión y respeto, los miedos se desvanecen. Recuerda, Lucas, educar es la mejor manera de crear paz", le respondió Boris.

Desde ese día, los niños dejaron de temer al bosque. En cambio, se convirtieron en sus guardianes, organizando paseos para aprender más sobre la naturaleza y promoviendo el respeto hacia todos los seres que habitaban en ella.

Y así, la leyenda de la bestia salvaje se transformó en la historia de Boris, el oso protector del bosque. La amistad, la comprensión y el respeto reemplazaron al miedo, y el bosque volvió a ser el lugar mágico que siempre había sido.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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