La Bestia y la Bella
Había una vez, en un oscuro y misterioso castillo, una joven llamada Bella. Vivía allí con su padre, quien era un inventor muy talentoso.
Un día, el padre de Bella se perdió en el bosque y llegó hasta el castillo encantado. Al entrar al castillo, el padre de Bella fue recibido por una criatura aterradora: la Bestia. Era enorme, con garras afiladas y colmillos amenazantes. El pobre hombre temblaba de miedo ante aquel ser monstruoso.
"¿Qué haces aquí?" -gruñó la Bestia-. "Has invadido mi territorio". El padre de Bella le explicó que se había perdido y que solo buscaba ayuda para volver a casa.
La Bestia decidió darle una oportunidad y permitió que el hombre regresara a su hogar bajo la condición de que enviara a alguien en su lugar. Bella, preocupada por su padre, decidió ir al castillo en lugar de él.
Al llegar, quedó horrorizada al ver lo espeluznante que era aquel lugar. Sin embargo, no dejó que el miedo la paralizara y decidió enfrentar a la Bestia valientemente. Conforme pasaban los días, Bella comenzó a descubrir otra faceta de la Bestia.
A pesar de su apariencia tenebrosa, tenía un corazón sensible y cálido. Comenzaron a conocerse mejor e incluso entablaron amistad. Pero había algo más en aquel castillo aparte del amor entre ellos dos: un espejo mágico que mostraba eventos futuros.
Un día, mientras observaban juntos el espejo, vieron una visión aterradora: un grupo de aldeanos armados con antorchas y horcas se acercaba al castillo. Bella sabía que los aldeanos temían a la Bestia y pensaban matarla. Decidió enfrentarlos para proteger a su amigo.
Los recibió en la entrada del castillo, rogándoles que no hicieran daño. Pero los aldeanos estaban cegados por el miedo y la ira. No escucharon las palabras de Bella y atacaron a la Bestia sin piedad.
Aunque luchó valientemente, la Bestia fue superada por el número de sus enemigos. Bella lloraba desconsoladamente mientras veía cómo su amado amigo era herido una y otra vez. Finalmente, la Bestia cayó al suelo, inmóvil.
Los aldeanos se dieron cuenta demasiado tarde de lo que habían hecho. Se sintieron culpables por haberse dejado llevar por el miedo y la intolerancia. Llorando también, decidieron honrar a la Bestia construyendo un monumento en su memoria.
Bella quedó destrozada después de perder a su amigo querido. Pero decidió convertir aquel trágico evento en algo positivo. Comenzó a enseñarle a los niños del pueblo sobre el valor del amor verdadero, más allá de las apariencias físicas o el miedo infundado.
Así fue como Bella logró transformar aquel final trágico en una lección poderosa para todos: nunca juzgar ni actuar con violencia hacia aquellos que son diferentes o desconocidos.
Y así termina esta historia tenebrosa pero inspiradora, recordándonos que el amor y la comprensión pueden derrotar incluso a los peores temores.
FIN.