La biblioteca mágica



Era un día soleado en el barrio de José y Diana. Los dos amigos, siempre en busca de aventuras, decidieron explorar la vieja biblioteca que había estado cerrada durante años. Con el permiso del bibliotecario, ingresaron al lugar que olía a libros antiguos y misterios ocultos.

"¿Viste esos estantes llenos de libros? Me pregunto qué historias esconden," dijo Diana, emocionada.

"Vamos a buscar algo interesante," respondió José mientras se acercaba a un estante polvoriento.

Fue allí donde encontraron un libro extraordinario. Tenía un brillo dorado y su título, "Las Puertas de la Fantasía", parecía llamar a los dos amigos. Con un gesto, ambos abrieron el libro al mismo tiempo y, de repente, una luz brillante los envolvió. Al parpadear, se encontraron en un bosque encantado, lleno de árboles que hablaban y flores que cantaban.

"¡Esto es increíble!" exclamó Diana.

"¿Dónde estamos?" preguntó José, atónito.

Mientras exploraban, conocieron a un pequeño dragón llamado Alex, que los miraba curioso. Tenía escamas de un verde brillante y grandes ojos azules.

"Hola, soy Alex. No he visto humanos en mucho tiempo," dijo el dragón.

"¡Hola! Somos José y Diana. ¿Nos puedes ayudar a volver a casa?" preguntó José.

"No tan rápido. Primero, tienen que ayudarme a solucionar un problema en este mundo. Hay un troll que ha robado la gema mágica del bosque," explicó Alex.

José y Diana se miraron con complicidad. Sabían que esta era una oportunidad para vivir una verdadera aventura. Aceptaron ayudar al dragón y se pusieron en marcha.

A medida que avanzaban, aprendieron valiosas lecciones: José se dio cuenta de que la valentía se muestra no solo al enfrentar a los monstruos, sino también al hacer lo correcto. Diana, por su parte, comprendió la importancia de trabajar en equipo y escuchar las ideas de sus amigos.

Finalmente, se enfrentaron al troll. Era torpe y bromeaba mientras se burlaba de ellos.

"¿Quiénes son estos pequeños humanos?" se rió el troll. "¿Creen que pueden hacerme frente?"

"No estamos aquí para pelear, sino para recuperar lo que robaste," respondió José, con firmeza.

Durante una tensa negociación, el troll se dio cuenta de que lo que había robado no era solo una gema; también había traído desazón y tristeza al bosque. No comprendía el daño que había causado. José y Diana, con la ayuda de Alex, propusieron al troll un pacto: devolverían la gema a cambio de un trato para que el troll no molestara más al bosque.

"¿De verdad puedo cambiar y ser amigo?" preguntó el troll, algo inseguro.

"Todos podemos cambiar si queremos. Solo necesitamos un poco de ayuda y amigos en el camino," dijo Diana con una sonrisa.

El troll, tocado por las palabras de los niños, devolvió la gema. Alex, agradecido, la llevó de regreso a su lugar. En ese momento, el bosque comenzó a brillar con colores vibrantes.

"Ustedes son héroes," afirmó Alex. "Gracias por ayudarme y enseñarle a este troll sobre la amistad. Me gustaría que se quedaran más tiempo aquí, pero deben regresar a casa."

José y Diana sintieron nostalgia. Habían aprendido tanto en esta aventura. Siempre recordarían lo que hicieron juntos.

"¿Nos puedes llevar de vuelta?" preguntó José.

"Claro, solo deben abrir de nuevo el libro mágico en el claro del bosque," explicó Alex.

Despidieron al dragón y al troll, que ahora eran amigos, y se dirigieron hacia el claro. Al abrir el libro, una luz brillante los envolvió nuevamente. Al parpadear, se encontraron de regreso en la biblioteca.

"¡Eso fue increíble!" exclamó Diana.

"Sí, jamás olvidaré lo que aprendimos. La amistad y el trabajo en equipo son mágicos," agregó José, mientras sonreía con el corazón lleno de nuevas experiencias.

Ambos se miraron y supieron que su mundo, aunque mundano, podía ser tan mágico como el del libro que habían abierto. Desde ese día, decidieron seguir explorando juntos, sabiendo que cada aventura podría traer consigo un nuevo aprendizaje.

"¡Vamos a la biblioteca y haremos más descubrimientos!" dijo Diana, emocionada.

"Sí, ¡el mundo está lleno de magia si sabemos dónde buscarla!" respondió José, con una sonrisa.

Y así continuaron sus aventuras, inspirados y motivados a hacer del mundo un lugar mejor, un libro a la vez.

FIN.

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