La biblioteca mágica de Don Ramón
Había una vez un señor llamado Don Ramón, un apasionado de los libros. Desde muy pequeño, su abuelo le había inculcado el amor por la lectura y él se convirtió en un ávido devorador de historias.
Pasaba horas y horas en su pequeña biblioteca personal, pero siempre soñaba con encontrar algo más, algo que lo sorprendiera aún más. Un día, mientras caminaba por el centro de la ciudad, vio un cartel que decía: "Biblioteca Infinita".
Don Ramón no podía creerlo. ¿Una biblioteca infinita? Era como si sus sueños se hubieran hecho realidad. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la dirección indicada en el cartel. Al llegar a la biblioteca, quedó maravillado por su tamaño imponente.
Las estanterías parecían no tener fin y los libros se amontonaban hasta donde alcanzaba la vista. El corazón de Don Ramón latía con fuerza mientras recorría los pasillos llenos de tesoros literarios. - ¡Esto es increíble! -exclamó emocionado-.
¡Nunca he visto tantos libros juntos! El encargado de la biblioteca era un simpático anciano llamado Don Lorenzo. Tenía una barba blanca y larga que le llegaba hasta el pecho. - Bienvenido a la Biblioteca Infinita -saludó sonriendo-.
Aquí encontrarás todos los libros que alguna vez han sido escritos y muchos otros aún por descubrir. Don Ramón estaba extasiado ante semejante posibilidad y comenzó a explorar cada rincón del lugar.
Pasaron días enteros y noches sin dormir mientras devoraba uno tras otro los libros que encontraba. Pero, a medida que avanzaba en su lectura, algo extraño comenzó a ocurrir.
Cada vez que Don Ramón terminaba un libro y lo dejaba de lado, éste desaparecía de las estanterías. Los libros parecían cobrar vida propia y se esfumaban como por arte de magia. Don Ramón no podía creerlo. - ¡Don Lorenzo! -exclamó preocupado-.
¿Por qué desaparecen los libros? El anciano sonrió sabiamente y respondió:- Estimado amigo, esta biblioteca infinita tiene una particularidad muy especial. Cada libro que lees deja de existir físicamente para abrirle paso a nuevos conocimientos y nuevas historias.
Es una forma de garantizar que siempre haya espacio para más lecturas. Don Ramón quedó pensativo ante aquella revelación. Se dio cuenta de la importancia de compartir sus conocimientos con otros y permitirles descubrir el maravilloso mundo de la lectura.
A partir de ese momento, Don Ramón decidió cambiar su enfoque. En lugar de leer todos los libros él solo, comenzó a seleccionar aquellos que consideraba más valiosos e interesantes para compartirlos con otras personas.
Organizó talleres gratuitos en la biblioteca donde enseñaba técnicas de lectura rápida y comprensión lectora a niños y adultos. Además, creó un club del libro donde cada semana se reunían para discutir las obras literarias más fascinantes.
La noticia sobre la labor altruista del señor Don Ramón se extendió rápidamente por toda la ciudad y cada vez más personas se sumaban a sus actividades. La biblioteca se convirtió en un lugar lleno de vida y aprendizaje, donde los libros eran leídos y compartidos por todos.
Con el tiempo, Don Ramón comprendió que la verdadera magia de la lectura no radica en acumular libros para uno mismo, sino en compartir su pasión con otros y permitirles descubrir mundos nuevos.
Y así, gracias a su generosidad y amor por los libros, la Biblioteca Infinita se convirtió en un refugio literario para todos aquellos que buscan aprender y crecer a través de las palabras. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
FIN.