La Biblioteca Mágica de Villa María



Hace muchos años, en el pintoresco pueblo de Villa María, un grupo de ferroviarios decidió crear un lugar especial. Habían visto la necesidad de que los niños y adultos tuvieran acceso a libros y conocimientos. Y así, en un vagón antiguo de tren, nació la biblioteca mágica del pueblo. Desde ese día, cada vez que alguien cruzaba la puerta de la biblioteca, algo sorprendente sucedía.

La biblioteca no solo contaba con libros, sino que también era un lugar donde los cuentos cobraban vida. Los animales de los relatos salían a jugar y los personajes de los mitos saltaban de las páginas. Los niños llegaban emocionados para escuchar las historias de los bibliotecarios, quienes eran en realidad personajes que habían salido de los libros.

Un día, la biblioteca tuvo que mudarse. La lluvia había dañado el vagón y los ferroviarios decidieron que era hora de encontrar un nuevo hogar para su tesoro literario. Los chicos del barrio se juntaron para ayudar.

"No podemos dejar que se pierda la magia de la biblioteca" - dijo Mateo, un niño curioso que siempre llevaba su cuaderno de dibujos.

"Sí, tenemos que encontrar un lugar aún mejor!" - agregó Sofía, quien soñaba con convertirse en escritora.

Juntos, decidieron organizar una gran búsqueda. Hicieron carteles, pidieron ayuda a los adultos, y hasta organizaron un concurso en la escuela para encontrar el lugar ideal. La noticia llegó hasta el Dr. Antonio Sobral, un hombre inteligente y bondadoso que había creado varias escuelas en el pueblo. El Dr. Sobral se acercó un día a la biblioteca.

"Escuché que necesitan un nuevo hogar" - dijo con una sonrisa.

"¡Así es! Queremos un lugar donde todos podamos disfrutar de los cuentos y los libros!" - respondió Sofía, entusiasmada.

El Dr. Sobral miró a su alrededor y tuvo una idea brillante. "¿Qué les parece si la biblioteca se muda a la escuela secundaria que he creado? Así, estará rodeada de estudiantes ávidos de aprender y soñar: será un lugar perfecto!"

Todos los niños se miraron emocionados.

"¡Sí!" - gritaron al unísono.

La mudanza fue una aventura. Los niños, junto a los ferroviarios, empacaron libros en cajas y aunque el viento soplaba fuerte, la energía era contagiosa.

Cuando llegaron a la nueva ubicación, se dieron cuenta de que la escuela era un lugar lleno de posibilidades. Había suficientes aulas para tener lecturas, exposiciones y hasta pequeñas obras de teatro. Pero aún así, uno de los niños, Lucas, se sentía un poco triste.

"Me gustaba el vagón... era especial" - dijo con un susurro.

Mateo lo miró y sonrió. "Pero la magia no está en el lugar, amigo. La magia está en nosotros, en nuestras historias y en las historias que compartimos. Si lo recordamos, ¡siempre estará con nosotros!"

Así, la biblioteca mágica se adaptó a su nuevo hogar. La magia de los libros se extendió por los pasillos de la escuela, y durante los recreos, los chicos se reunían a leer y crear historias juntos. Pronto, se supo que la biblioteca no solo era un lugar para prestar libros, sino también un espacio de aprendizaje y encuentro.

Con el tiempo, Villa María siguió creciendo, y la biblioteca continuó su misión de llenarle la cabeza de historias a cada niño. Las mudanzas ya no asustaban a los chicos, pues cada vez que llegaban a un nuevo lugar, esperaban nuevas aventuras, y siempre, siempre, llevaban consigo el espíritu de la biblioteca que jamás se iría.

Y así, cada vez que alguien abría un libro, un susurro mágico se oía en el aire, recordando a todos que la verdadera magia no está en los lugares, sino en el amor por las historias y la amistad que se forja en cada página.__

FIN.

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