La bicicleta de Juanito


Era un lunes por la mañana y Sofía se despertó sintiéndose muy emocionada. Era el primer día de clases después de las vacaciones de invierno y estaba ansiosa por ver a sus amigas y conocer a su nueva maestra.

Sin embargo, cuando miró el reloj, se dio cuenta de que apenas tenía tiempo para prepararse antes de salir hacia el colegio. "¡Ay no! ¡No quiero llegar tarde al colegio!", gritó Sofía mientras saltaba de la cama.

Sofía corrió al baño para lavarse los dientes y peinarse, pero todo parecía estar en su contra. El cepillo se le caía constantemente y el agua del grifo salió fría. "¡Esto es una pesadilla!", pensó Sofía con frustración.

Finalmente logró arreglarse lo suficiente como para salir corriendo hacia la parada del autobús escolar. Pero justo cuando llegó allí, vio que ya había pasado. "Oh no", dijo Sofía desesperada.

En ese momento apareció su vecino Juanito, quien también iba al mismo colegio que ella. "Hola Sofi, ¿te pasa algo?", preguntó Juanito preocupado al verla tan angustiada. "Sí, perdí el bus escolar y no quiero llegar tarde al colegio", respondió triste Sofía.

"No te preocupes Sofi, yo tengo una bicicleta extra aquí en mi casa. Podemos ir juntos pedaleando hasta el colegio", propuso Juanito sonriente. "¿De verdad? ¡Genial! Muchas gracias Juanito", exclamó felizmente Sofía mientras subían a la bicicleta juntos.

Durante el camino, Sofía y Juanito se divirtieron mucho pedaleando juntos. Incluso encontraron un atajo que les permitió llegar al colegio antes de lo que habían pensado.

Cuando llegaron a la escuela, Sofía corrió hacia su salón de clases mientras Juanito se despedía de ella con una sonrisa. "¡Gracias por ayudarme! ¡Nos vemos después!", le dijo Sofía emocionada. Sofía entró en el salón justo cuando la maestra estaba comenzando la clase del día.

Todos sus compañeros estaban ya sentados en sus pupitres y mirándola curiosamente. La maestra le dio la bienvenida a Sofía y le pidió que se presentara ante toda la clase.

A pesar de estar nerviosa por haber llegado tarde, Sofía logró hablar con confianza sobre sí misma y su familia. Después de eso, todos los niños aplaudieron entusiasmados mientras la maestra les explicaba las actividades del día.

Y aunque había empezado con un mal comienzo ese día, Sofía sabía que gracias a su vecino Juanito, había logrado llegar al colegio sin problemas.

Desde entonces, siempre recordaría esa experiencia como una oportunidad para aprender que no importa cuán difícil sea algo o cuánto tiempo tenga uno para hacerlo: siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si abrimos nuestro corazón y pedimos ayuda.

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