La bicicleta de Margarita


Margarita amaba su bicicleta. Era de un color rojo intenso y tenía una canasta en la parte delantera donde podía llevar todo lo que quisiera.

Pero la bicicleta ya estaba vieja y avejentada, y no funcionaba tan bien como antes. Un día, Margarita decidió dar un paseo por el parque con su bicicleta. Cuando intentó subir a ella, se dio cuenta de que los pedales estaban flojos y las ruedas hacían un extraño sonido al girar.

Triste por no poder disfrutar de su paseo en bicicleta, Margarita decidió ir a buscar ayuda. -¿Qué le pasa a mi bicicleta? -preguntó Margarita al mecánico del taller. -Bueno, parece que está bastante desgastada -respondió el mecánico-.

Necesita algunas reparaciones para volver a funcionar correctamente. Margarita asintió con tristeza mientras observaba cómo el mecánico desmontaba las ruedas de su querida bicicleta. Sabía que iba a ser costoso arreglarla, pero también sabía que sin ella se sentiría muy triste.

Mientras esperaba en el taller, Margarita comenzó a pensar en todas las aventuras que había tenido con su bicicleta: desde carreras hasta viajes largos por la ciudad.

Era mucho más que una simple herramienta para moverse: era parte de sus recuerdos más preciados. Finalmente, después de unas horas de trabajo duro por parte del mecánico, la bicicleta estaba lista para salir nuevamente a la calle.

Margarita subió sobre ella y sintió cómo volvía a cobrar vida bajo sus pies. -¡Funciona perfectamente! -exclamó Margarita, emocionada. -Sí, pero recuerda que también necesitas cuidarla y mantenerla para que siga funcionando así de bien -respondió el mecánico con una sonrisa. Margarita asintió con determinación mientras se alejaba en su bicicleta.

Sabía que tenía un tesoro en sus manos y estaba decidida a cuidarlo y mantenerlo lo mejor posible.

A partir de ese día, Margarita aprendió la importancia del cuidado y mantenimiento de las cosas que amamos, y nunca más volvió a dejar su bicicleta desatendida.

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