La Bienvenida al Amor en Equipo



Había una vez una mamá muy especial, que estaba a punto de dar a luz. Su barriga era grande y redonda como un globo, y podían verse las pataditas del bebé moviéndose dentro.

- ¿Cómo estás, mamá? - preguntó el hermanito mayor de la familia. - Estoy bien, cariño - respondió la mamá con una sonrisa cansada. - Solo estoy un poco nerviosa por lo que viene.

- No te preocupes, mamá - dijo el niño con voz suave-. Todo va a salir bien. Pero en medio de la noche, cuando todos dormían tranquilos, algo extraño comenzó a suceder.

La mamá empezó a sentir dolores fuertes en su barriga y se dio cuenta de que había llegado el momento de traer al mundo al nuevo integrante de la familia. El papá se despertó asustado cuando escuchó los gritos de dolor provenientes del cuarto donde dormía su esposa.

Corrió hacia allí y encontró a la mamá acostada en la cama con los ojos cerrados mientras se aferraba fuerte a las sábanas. - ¡Rápido! - exclamó el papá-. Hay que llevarla al hospital sin perder tiempo.

El hermanito mayor ayudó a su papá a cargar las cosas necesarias para el viaje mientras el pequeñito más chico dormía plácido en su cuna. El camino hasta el hospital fue largo e incierto debido al tráfico pesado esa madrugada pero finalmente llegaron.

La mamá fue ingresada rápidamente en una habitación especial donde recibió atención médica inmediata para hacer frente al parto. El papá y el hermanito mayor esperaron ansiosos en la sala de espera, mientras el pequeño dormía plácidamente ajeno a todo lo que estaba pasando.

Horas después, un médico apareció por la puerta con una sonrisa en su rostro. - Felicidades - dijo-. Ha nacido un niño sano y fuerte. El papá y el hermanito saltaron de alegría al oír las buenas noticias.

Rápidamente se dirigieron hacia la habitación donde estaba la mamá para conocer al nuevo integrante de la familia. - Hola, pequeñín - dijo el hermanito mayor acariciando con cuidado su cabeza-. Bienvenido a casa.

Desde ese momento, los días transcurrieron llenos de cambios en la vida cotidiana de la familia. La mamá tuvo que pasar tiempo recuperándose del parto mientras el papá y el hermanito mayor se encargaban del hogar y del bebé recién nacido.

Pero todos estuvieron muy felices durante ese tiempo porque tenían algo nuevo que les daba mucha alegría a sus vidas.

A medida que iban pasando los días, pudieron ver cómo el bebé crecía cada vez más fuerte y saludable gracias al amor incondicional de su familia. Y así fue como aprendieron una lección importante: aunque los momentos difíciles pueden llegar cuando menos te lo esperas, siempre hay una forma de enfrentarlos con valentía si tienes apoyo cerca.

Y junto a este nuevo miembro de la familia, descubrieron que nada era imposible si trabajaban juntos para conseguirlo.

FIN.

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