La billetera mágica
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Arcoiris, vivía una niña llamada Nay. Nay era conocida por ser muy honesta y siempre decía la verdad sin importar las consecuencias.
Tenía dos mejores amigos, Lucas y Martina, quienes también compartían los mismos valores. Un día, mientras caminaban juntos hacia la escuela, encontraron una billetera tirada en el suelo. Nay la recogió y al abrirla vieron que estaba llena de dinero.
Todos se miraron sorprendidos y emocionados por encontrar tal tesoro. "¡Wow! ¡Cuánto dinero hay aquí!" exclamó Martina con asombro. "Pero no es nuestro", dijo Nay con firmeza. "Podríamos quedárnoslo", sugirió Lucas tentado. "No podemos hacer eso", respondió Nay rápidamente.
"Tenemos que buscar al dueño". Decidieron ir a la policía para entregar la billetera y contarles lo sucedido. El oficial les agradeció su honestidad y prometió investigar quién era el propietario.
Días después, recibieron una llamada de la policía diciéndoles que habían encontrado al dueño de la billetera, un señor llamado Don Carlos. Era un hombre mayor quien había perdido todo su dinero para pagar sus cuentas médicas.
Don Carlos estaba tan agradecido por haber recuperado su dinero que invitó a los tres amigos a tomar helado como muestra de gratitud. Mientras disfrutaban del helado, Don Carlos les contó historias sobre cómo él también había aprendido importantes lecciones de honestidad en su juventud.
Desde ese día, Nay, Lucas y Martina se convirtieron en héroes del pueblo por su honestidad. La gente comenzó a confiar en ellos y los niños se dieron cuenta de lo importante que era ser siempre honestos.
Un día, mientras jugaban en el parque, encontraron un teléfono celular olvidado en uno de los bancos. Sin pensarlo dos veces, fueron directamente a la policía para entregarlo. "¡Otra vez encontramos algo!" exclamó Martina emocionada. "Sí, pero ya sabemos qué hacer", dijo Nay con una sonrisa.
La noticia sobre su buena acción llegó rápidamente al periódico local y todos los vecinos estaban orgullosos de ellos. Incluso recibieron un reconocimiento especial del alcalde del pueblo por su honestidad ejemplar.
Desde ese día, cada vez que encontraban algo perdido, no dudaban ni un segundo en buscar a sus dueños y devolverlo. Su reputación como personas honestas creció aún más y se convirtieron en modelos a seguir para otros niños del pueblo.
La historia de Nay y sus amigos enseñó a todos la importancia de la honestidad y cómo puede marcar la diferencia en nuestras vidas.
A partir de entonces, Villa Arcoiris se volvió un lugar donde las personas valoraban mucho más la sinceridad y el respeto hacia los demás. Y así fue como Nay y sus amigos demostraron que ser honestos no solo es lo correcto, sino también algo que nos hace sentir bien con nosotros mismos.
FIN.