La Boda de los Fantasmas
Había una vez en un pequeño pueblo, un castillo antiguo lleno de misterios y leyendas. Se decía que en el castillo vivían un grupo de fantasmas que, a pesar de su apariencia aterradora, solo buscaban amor y compañía. Un día, los fantasmas decidieron organizar una gran boda para unir a dos de ellos, la dulce Fantasía y el divertido Espanto.
Los preparativos comenzaron con gran entusiasmo. "¡Necesitamos flores!" - dijo Fantasía, que era una fantasma muy romántica.
"¡Y un pastel gigante!" - comentó Espanto, que siempre trataba de hacer reír a todos.
El problema era que el castillo estaba ubicado en el Inframundo, donde los vivos no podían entrar. Así que pensaron en hacernos un favor: invitar a unos niños del pueblo para que los ayudaran a organizar la boda. Ellos vendrían con sus risas y su energía.
Los niños llegaron uno por uno, emocionados.
"¿De verdad hay fantasmas aquí?" - preguntó Sofía, una valiente chica con trenzas.
"¡Sí!" - respondió Valentina, su amiga, con una sonrisa.
"Vamos a ayudarlos a que tengan la boda más divertida de la historia"!
Mientras decoraban el castillo con globos y serpentinas, los fantasmas se sentían nerviosos. "¿Y si a los niños les asusta nuestro aspecto?" - preguntó el abuelo Fantasmo, con su voz temblorosa.
"No te preocupes, abuelo. Solo hay que ser nosotros mismos" - respondió Fantasía.
La boda se acercaba y los preparativos seguían en marcha. Sin embargo, un giro inesperado ocurrió cuando, justo antes de la ceremonia, Espanto descubrío que había perdido el anillo de bodas.
"¡No puede ser!" - gritó angustiado.
"¿Cómo vamos a casarnos sin anillo?" - agregó Fantasía, con lágrimas en los ojos.
Pero los niños, decididos a ayudar, comenzaron una búsqueda frenética por todo el castillo. "¡No te preocupes, Espanto! Vamos a encontrarlo" - dijo Lucas, el más aventurero del grupo.
Mientras tanto, en la búsqueda, se topaban con antiguos objetos del castillo.
"¡Mirá!" - exclamó Valentina, sosteniendo un sombrero mágico. "Este podría ser útil para disfrazar a Espanto y así salir a buscar el anillo sin que se asusten".
"¡Gran idea!" - gritó Sofía, mientras todos se reían.
Finalmente, cuando todos habían perdido la esperanza, el pequeño Juanito gritó "¡Lo encontré!" - mostrando el anillo que había caído detrás de una vieja estatuilla. Todo el mundo celebró y Espanto se sintió aliviado. "¡Eres un héroe, Juanito!" - aseveró.
Cuando llegó el momento de la boda, Espíritus de todos los rincones del Inframundo se reunieron. Los niños estaban emocionados, mientras Fantasía y Espanto, vestidos con sus mejores trajes de fiesta, se miraban con amor. El abuelo Fantasma ofició la ceremonia, y cuando finalmente se dijeron ‘sí, acepto’, todos aplaudieron y celebraron.
Al final de la noche, los niños y los fantasmas comenzaron a bailar. "¡Bailar con fantasmas es increíble!" - gritó Lucas mientras todos reían y disfrutaban.
Después de la fiesta, los fantasmas le agradecieron a los niños por su ayuda.
"Sin ustedes, esto no hubiera sido posible. Nos han enseñado que el verdadero amor trasciende, ¡incluso un par de cadenas de espanto!" - dijo Fantasía, con una chispa en sus ojos.
Los niños prometieron que regresarían a visitar a sus nuevos amigos en el castillo, y a partir de ese día, un lazo especial nació entre el pueblo y el Inframundo. Se dieron cuenta de que con un poco de valentía y amistad, podían enfrentar cualquier desafío, incluso si el camino estaba lleno de fantasmas.
Y así, la boda no solo unió a Fantasía y Espanto, sino que también acercó a dos mundos diferentes, demostrando que el amor, la amistad y la colaboración pueden iluminar incluso los rincones más oscuros. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.