La boda en la selva



En lo más profundo de la selva, se escuchaban risas y canciones.

Era el día esperado por todos: Tata y Carlos se casarían rodeados de la exuberante naturaleza y con sus dos sobrinas, Irati y Henar, como testigos de honor. Las niñas estaban emocionadas por ser parte de esta aventura tan especial. Irati, la mayor, llevaba un vestido blanco con flores en el cabello; mientras que Henar lucía un vestido rosa lleno de brillos.

Ambas estaban listas para acompañar a sus tíos en este día inolvidable. "¡Vamos, mis pequeñas exploradoras! ¡Es hora de ir a buscar las flores para la ceremonia!", exclamó Tata emocionada.

Así que los cuatro se adentraron en la selva en busca de las flores más hermosas. Mientras caminaban entre los árboles altos y los sonidos misteriosos de la selva, Henar divisó algo brillante entre las ramas. "¡Miren! ¡Son unos anillos muy bonitos!", gritó Henar señalando hacia arriba.

Los anillos destellaban bajo los rayos del sol filtrándose entre las hojas. Sin embargo, antes de que pudieran alcanzarlos, una bandada de loros traviesos descendió rápidamente y agarraron los anillos con sus picos antes de salir volando ruidosamente.

"¡Oh no! ¡Los loros nos robaron los anillos!", exclamó Tata preocupada. Las niñas no dudaron ni un segundo en ponerse en acción para recuperar los anillos robados. Con valentía y determinación, comenzaron a seguir a los loros por el espeso bosque.

Se encontraron con monos juguetones que intentaban despistarlas lanzándoles frutas, pero Irati e Henar eran astutas y continuaron su camino sin desviarse. Finalmente llegaron a una clara donde vieron a los loros reunidos alrededor de una cascada brillante.

Los pájaros parecían encantados con su botín recién adquirido bailando al ritmo del agua cristalina que caía con fuerza. Irati tuvo una idea brillante: recordó que a los loros les encantaba imitar sonidos y movimientos.

Así que comenzó a silbar una melodía pegajosa mientras Henar hacía gestos divertidos con sus brazos. Poco a poco, lograron capturar la atención de los loritos travieso quienes empezaron a imitarlas sin darse cuenta.

"¡Ahora es nuestra oportunidad! Vamos por esos anillos", susurró Irati emocionada. Con sigilo y rapidez, las niñas se acercaron lentamente hacia donde estaban posados los loritos distraídos. Con un movimiento rápido lograron arrebatarles los anillos antes de que pudieran reaccionar.

Los pájaros quedaron desconcertados ante la astucia e ingenio demostrado por las valientes hermanitas. De regreso al lugar donde Tata y Carlos esperaban ansiosamente, las niñas entregaron triunfantes los anillos recuperados provocando aplausos y risas entre todos.

La boda pudo continuar gracias al coraje e inteligencia mostrados por Irati e Henar en medio de la selva salvaje.

La ceremonia fue maravillosa; llena de amor, alegría y gratitud por haber vivido juntos esa increíble aventura donde aprendieron que trabajar en equipo siempre trae grandes recompensas incluso cuando todo parece estar perdido.

FIN.

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