La bola de cristal mágica



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un niño llamado Mateo. Era un chico curioso y aventurero, siempre buscando nuevas emociones.

Un día, mientras caminaba por el parque de su barrio, encontró un objeto extraño en el suelo. Lo recogió con cuidado y lo examinó detenidamente. Era una pequeña bola de cristal que brillaba con intensidad.

De repente, algo mágico ocurrió: la bola comenzó a vibrar en su mano y una luz intensa lo envolvió todo. Mateo cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió de nuevo se encontraba en un lugar desconocido. Estaba rodeado por árboles gigantes y plantas exóticas nunca antes vistas por él.

- ¿Dónde estoy? - se preguntó confundido. De repente escuchó unos ruidos extraños detrás de los arbustos cercanos. Con mucho miedo pero también curiosidad, decidió investigar qué era lo que estaba pasando allí.

Al acercarse descubrió que había unos pequeños seres verdes trabajando juntos para construir algo asombroso: ¡un castillo hecho solo con hojas secas! - ¡Hola! - gritó Mateo intentando llamar su atención - ¿Qué están haciendo? Los seres verdes se sorprendieron al ver a Mateo allí parado frente a ellos.

- Hola humano - dijo uno de ellos - estamos construyendo nuestro hogar aquí en este bosque mágico.

- ¿Bosque mágico? - preguntó Mateo incrédulo- Sí - respondió otro ser verde - este es el bosque donde viven las criaturas mágicas y los seres fantásticos. Mateo no podía creer lo que estaba viendo, ¡estaba en un mundo completamente diferente al suyo! - ¿Puedo ver más? - preguntó emocionadoLos pequeños seres verdes asintieron con la cabeza y comenzaron a mostrarle todo el bosque.

Vieron unicornios corriendo por los campos, dragones volando por el cielo y duendes jugando entre las hojas secas. Mateo estaba fascinado con todo lo que veía, nunca había imaginado que existieran cosas así.

Pero pronto se dio cuenta de que tenía que volver a casa antes de que sus padres se preocuparan demasiado. - Chicos, tengo que irme - dijo Mateo tristemente - ha sido una aventura increíble pero necesito volver a mi hogar.

Los pequeños seres verdes entendieron su situación y le entregaron la bola de cristal mágica para que pudiera regresar a su ciudad. Cuando llegó a casa, Mateo todavía estaba en shock por todo lo vivido esa tarde.

Sabía muy bien que había descubierto algo especial y único en ese bosque mágico. Desde entonces, todos los días salía al parque esperando encontrar otra aventura como esa. Y quién sabe... tal vez algún día vuelva al bosque mágico para explorarlo aún más.

FIN.

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