La bola mágica de las estaciones


Había una vez una familia muy especial compuesta por dos niños, Martina y Lucas, y sus padres, Ana y Juan.

Todos los años, en Navidad, se iban de vacaciones a una hermosa casa de campo en las afueras de la ciudad. Este año no era diferente. La familia estaba emocionada mientras conducían hacia su destino invernal. Al llegar a la casa, encontraron un mágico regalo: una bola de nieve brillante y reluciente sobre la mesa del comedor.

- ¡Miren qué descubrimos! - exclamó Martina emocionada. - ¿Qué es eso? - preguntó Lucas curioso. - Es una bola de nieve - respondió Ana sonriendo-. Pero esta parece especial.

¿Por qué no la agitamos? Martina tomó con cuidado la bola de nieve entre sus manos y comenzó a sacudirla suavemente.

De repente, algo increíble ocurrió: el polvo blanco dentro de la bola empezó a girar rápidamente hasta que se formó un torbellino que envolvió toda la habitación. Cuando el viento cesó y todo volvió a estar tranquilo, la familia se dio cuenta de que algo había cambiado.

Juan miró por la ventana y exclamó sorprendido:- ¡Miren afuera! ¡La nieve ha desaparecido! Todos salieron corriendo hacia el jardín y se quedaron boquiabiertos al verlo completamente verde. No había rastro alguno del invierno ni del paisaje nevado al que estaban acostumbrados. Confundidos pero emocionados por esta extraña situación, decidieron explorar su nuevo entorno.

Caminaron por el jardín y descubrieron flores de colores vibrantes, árboles frondosos y una suave brisa veraniega. - ¡Esto es increíble! - exclamó Lucas asombrado. Mientras paseaban, encontraron una pequeña cabaña en medio del bosque.

Decidieron entrar y se encontraron con un anciano amable sentado junto a una fogata. - ¡Bienvenidos! - dijo el anciano sonriendo-. Me alegra que hayan encontrado la bola de nieve mágica.

Les he concedido un deseo especial: dejar atrás el invierno y disfrutar del verano eterno. La familia estaba emocionada pero también preocupada. Sabían que no podían quedarse allí para siempre, extrañarían las estaciones cambiantes y sus amigos en la ciudad.

Martina tomó coraje y le preguntó al anciano:- ¿Podemos pedir otro deseo? El anciano asintió con simpatía. - Por supuesto, querida niña. Pero recuerda que solo puedo conceder un deseo por hogar visitado.

Después de pensarlo detenidamente, Martina dijo:- Deseamos volver a nuestra casa con nuestras vidas normales, pero nos gustaría tener la oportunidad de vivir aventuras extraordinarias en cada temporada del año. El anciano sonrió ampliamente mientras agitaba su varita mágica sobre la familia.

En ese instante, todo volvió a girar rápidamente hasta que se encontraron nuevamente en su casa de campo cubierta de nieve, como si nada hubiese pasado. Desde aquel día, Martina y Lucas aprendieron a apreciar cada estación del año.

Disfrutaron de la nieve en invierno, las flores en primavera, el sol y el calor en verano, y los colores cálidos del otoño. La familia nunca olvidó su aventura mágica y siempre agradeció haber tenido la oportunidad de experimentar todas las maravillas que cada estación les ofrecía.

Aprendieron a valorar la belleza de lo natural y a disfrutar de cada momento especial que compartían juntos. Y así, Martina, Lucas y sus padres vivieron felices, llenando sus vidas con recuerdos inolvidables mientras seguían explorando el mundo que los rodeaba.

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