La bondad que transforma



Había una vez un niño llamado Neider que vivía en un pequeño pueblo. Desde muy pequeño, Neider tenía un perrito llamado Boby. Ambos eran los mejores amigos y siempre estaban juntos.

Neider y Boby pasaban sus días jugando en el jardín, corriendo por el parque y explorando nuevos lugares. Siempre se cuidaban el uno al otro y compartían momentos llenos de risas y diversión.

Un día, mientras jugaban cerca del río, Neider vio a un patito atrapado entre unas ramas. Sin pensarlo dos veces, decidió ayudarlo a salir del agua. Con mucho esfuerzo, logró liberar al patito y lo llevó de regreso a su madre que estaba esperándolo ansiosa.

La mamá pato estaba tan agradecida que le dijo a Neider: "Gracias por salvar a mi bebé. Eres un niño muy valiente y amable". A partir de ese momento, la noticia se corrió rápidamente por todo el pueblo sobre la buena acción de Neider.

Todos comenzaron a verlo como alguien especial e inspirador. Los vecinos incluso comenzaron a pedirle ayuda cuando necesitaban algo o tenían problemas.

Un día, la señora Marta, una anciana del pueblo, fue hasta la casa de Neider para pedirle ayuda con su jardín. Se encontraba triste porque no podía cuidar de sus flores como solía hacerlo antes debido a su edad avanzada. Neider no dudó en ofrecerse para ayudarla.

Juntos pasaron horas plantando semillas, regando las flores y podando los arbustos. La señora Marta estaba muy contenta con el resultado y le agradeció a Neider por su amabilidad. A medida que pasaba el tiempo, Neider seguía ayudando a las personas del pueblo.

Desde reparar bicicletas hasta ayudar en la biblioteca local, siempre estaba dispuesto a tender una mano. Un día, mientras caminaba por el bosque con Boby, escuchó un ruido extraño proveniente de un árbol.

Al acercarse, vio a un pequeño gatito atrapado en una rama alta. Neider sabía que debía hacer algo para salvar al gatito. Buscó una escalera cercana y trepó cuidadosamente hasta donde estaba el gato. Con mucho cuidado, lo rescató y lo llevó de vuelta al suelo.

El gatito se llamaba Luna y se convirtió en otro miembro importante de la familia de Neider. Juntos, él, Boby y Luna continuaron haciendo buenas acciones por todo el pueblo.

La fama de Neider como niño bondadoso llegó incluso más lejos cuando los periódicos locales comenzaron a escribir sobre sus hazañas. La gente viajaba desde otros pueblos solo para conocerlo y felicitarlo por su nobleza. Pero Neider no dejaba que la fama se le subiera a la cabeza.

Seguía siendo humilde y amable con todos los que conocía. Sabía que era importante mantenerse fiel a sí mismo sin importar cuántos elogios recibiera.

Conforme pasaban los años, Neider siguió creciendo rodeado del amor de sus amigos animals: Boby y Luna. Aprendió muchas cosas valiosas sobre la importancia de la amistad, la bondad y el respeto hacia los demás. Y así, Neider se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.

Les enseñó que, sin importar lo pequeños que fueran, podían marcar una gran diferencia en el mundo si elegían ser amables y ayudar a los demás.

El pueblo siempre recordará a Neider como aquel niño que, junto a sus inseparables amigos Boby y Luna, demostró que las buenas acciones pueden cambiar vidas y hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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