La botella de la amistad



Había una vez en La Coronilla, un pequeño pueblo de Uruguay, dos amigas inseparables llamadas Milagros y Florencia. Desde que eran muy pequeñas, compartían todo juntas: juegos, risas e incluso tristezas.

Su amistad era tan fuerte que parecía durar para siempre. Un día soleado de verano, mientras caminaban por la playa reagarrando almejas marinas, encontraron una botella misteriosa enterrada en la arena. Sin pensarlo dos veces, decidieron abrirla y leer el mensaje que había adentro.

"Queridas Milagros y Florencia, Soy el viejo sabio del mar y he escuchado sobre su increíble amistad. Les concederé un deseo especial: su amistad durará para siempre si cumplen tres pruebas".

Las niñas se miraron sorprendidas pero emocionadas ante la oportunidad de hacer realidad su deseo más profundo. La primera prueba consistía en encontrar una estrella de mar dorada escondida en lo profundo del océano. Sin perder tiempo, las valientes amigas se sumergieron en el agua cristalina sin saber qué esperar.

Después de mucho buscar entre algas y peces coloridos, finalmente vieron destellos dorados brillando a lo lejos. Nadaron hacia allí y descubrieron una hermosa estrella de mar dorada posada sobre una roca.

"¡Lo logramos! ¡Encontramos la estrella!", exclamó Milagros emocionada. La segunda prueba requería que construyeran un castillo gigante de arena en menos de una hora. Con palas y baldes en mano, comenzaron a trabajar juntas. Milagros hacía los cimientos mientras Florencia construía las torres.

El tiempo pasaba rápidamente y el castillo estaba tomando forma. A medida que trabajaban, se dieron cuenta de que podían lograr cualquier cosa si estaban unidas. "¡Listo! ¡Lo hicimos!", gritó Florencia cuando terminaron el castillo justo a tiempo.

La última prueba era la más difícil de todas: debían encontrar una almeja marina especial en lo alto de un acantilado peligroso. Pero eso no detuvo a estas intrépidas amigas.

Con mucho cuidado y valentía, escalaron el acantilado rocoso agarrándose de las ramas para mantenerse seguras. Cada vez que pensaban en rendirse, recordaban su deseo de tener una amistad eterna y eso les daba fuerzas para seguir adelante.

Finalmente, llegaron a la cima del acantilado y vieron una almeja marina brillante esperando por ellas. Sin pensarlo dos veces, la tomaron como símbolo de su valentía y perseverancia.

Al regresar a casa, las niñas encontraron otra carta dentro de la botella misteriosa:"Queridas Milagros y Florencia, Han superado todas mis pruebas con éxito. Su amistad será eterna desde este momento". Las niñas se abrazaron emocionadas sabiendo que habían cumplido su deseo más profundo: tener una amistad duradera.

A medida que crecieron juntas, siguieron enfrentando desafíos pero siempre supieron cómo apoyarse mutuamente. Ya sea en momentos felices o tristes, siempre estaban ahí para recordarse que su amistad era un tesoro invaluable.

Y así, Milagros y Florencia demostraron al mundo que cuando nos apoyamos mutuamente y nunca dejamos de creer en nuestra amistad, los milagros pueden suceder y durar para siempre.

FIN.

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