La Brillante Zombina
En un pequeño pueblo llamado Colorín, una amable señora llamada Elena era conocida por su gran jardín de flores y su risa contagiosa. A todos les encantaba visitar su casa porque siempre les esperaba con una galletita fresca y una historia divertida. Pero un día, algo extraño pasó. Elena, tras un paseo por el bosque, se encontró con un misterioso libro que brillaba bajo la luz del sol.
Curiosa, decidió abrirlo y, sin querer, rompió un conjuro que la convirtió en una especie de zombie terrorífica. Ahora, con una apariencia espeluznante y un andar lento, parecía causar miedo entre los niños y los adultos del pueblo. Esta transformación no solo afectó su aspecto, sino también su personalidad, y a pesar de que seguía siendo la misma Elena en el fondo, su nuevo aspecto hacia que los demás se alejaran.
"¿Por qué me ven así? Soy la misma Elena de siempre," intentaba explicarles, pero solo lograba que los niños se asustaran y corrían a esconderse.
Desesperada y sintiéndose sola, decidió visitar a su mejor amiga, la abuela Pía, quien siempre sabía qué hacer en situaciones difíciles.
"Querida Pía, no sé qué hacer, estoy atrapada en esta forma espeluznante y todos me temen. ¿Podrías ayudarme?"
La abuela Pía, con su sabiduría, le dijo:
"Elena, a veces lo que parece aterrador no lo es. Debes mostrar tu verdadera esencia, la que siempre te ha caracterizado. ¿Por qué no organizas una fiesta de disfraces y te presentas como tú misma?"
Elena, entusiasmada con la idea, comenzó a planear la fiesta. Decidió crear invitaciones con sus flores, y empezó a preparar galletitas y cuentos para contar de nuevo a los niños.
El día de la fiesta, los habitantes del pueblo se mostraron reacios a asistir. Sin embargo, al ver que el jardín de Elena estaba decorado con luces coloridas y flores, comenzaron a acercarse con curiosidad. Al entrar, se encontraron con un ambiente festivo, lleno de sonrisas y música alegre.
Cuando por fin llegó la hora de la presentación, Elena, con su disfraz de zombina, se asomó desde el fondo del jardín. Los niños se hicieron un poco hacia atrás, pero de repente, escucharon su risa característica y vieron que, a pesar de su aspecto, seguía siendo la misma persona cariñosa y llena de alegría.
"¡Hola, amigos! Bienvenidos a mi fiesta, ¡soy la Brillante Zombina!" exclamó mientras mostraba su gran corazón pintado de colores.
Los niños, al principio dudosos, comenzaron a reír y se unieron a ella, disfrutando de los juegos y de las galletitas. Pronto se dieron cuenta de que Elena no había cambiado en lo más mínimo. Era ella misma, solo que un poco más... única.
Desde ese día, la fama de la Brillante Zombina se expandió por Colorín. Aprendieron que a veces, las diferencias pueden ser una forma divertida de ser parte de la comunidad. Elena siguió con sus historias y galletitas, pero ahora, con un toque especial que hizo que todos la quisieran aún más.
El mensaje de Elena se convirtió en un símbolo en el pueblo: "No importa cómo te veas, lo que cuenta es lo que tienes dentro y el amor que repartís a tu alrededor."
Y así, Colorín se convirtió en un lugar donde cada uno era especial y donde la amistad siempre ganaba, aunque viniera de una Brillante Zombina.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.