La Brilli-Hada del Bosque Radiante



Era un día soleado cuando Gabby, una niña curiosa y aventurera, decidió salir a explorar el bosque que estaba cerca de su casa. Estaba acompañada por su inseparable amigo, un panda de peluche llamado Pandy.

"Hoy no solo exploraremos, Pandy. ¡Vamos a encontrar la casa de la nueva vecina!" - dijo Gabby con entusiasmo.

Desde que se enteraron de que la brilli-hada, una criatura mágica que iluminaba el bosque con su resplandor, se había mudado al vecindario, Gabby y Pandy estaban ansiosos por conocerla. Pero había un pequeño problema: se decía que para entrar en su hogar, debían demostrar que eran amables y serviciales.

"¿Y cómo hacemos eso?" - preguntó Pandy, inclinado un poco hacia un lado.

"¡No lo sé! Pero se me ocurre que podríamos ayudar a otros animales del bosque. Estoy segura de que eso nos hará merecedores de conocer a la brilli-hada" - contestó Gabby, llenándose de determinación.

Con esa idea en mente, se adentraron en el bosque. Poco después, encontraron a un pequeño patito atrapado en un arbusto espinoso.

"¡Ay, pobrecito!" - exclamó Gabby al verlo. "Vamos a liberarlo, Pandy."

Con mucho cuidado, Gabby comenzó a despejar las ramas que apresaban al patito. Tras unos minutos de esfuerzo, finalmente lo liberó.

"¡Gracias!" - grazonó el patito, moviendo sus alitas con alegría. "¡Eres muy amable!"

El patito, feliz de estar libre, dejó que sus plumas se sacudieran con alegría. Gabby y Pandy sonrieron, sintiéndose orgullosos de su buena acción.

Continuaron su camino y, poco más adelante, encontraron a un grupo de ardillas ajetreadas. Parecían tener problemas para cargar nueces al árbol.

"¡Hola! ¿Necesitan ayuda?" - preguntó Pandy, acercándose a ellas.

"Sí, estas nueces son enormes y no podemos llevarlas solas." - respondió una ardilla con voz preocupada.

Gabby se inclinó y, junto a Pandy, comenzaron a ayudar a las ardillas a transportar las nueces al árbol. Rieron y compartieron historias mientras trabajaban juntos. Al finalizar, las ardillas estaban encantadas.

"¡Son los mejores amigos que hemos tenido!" - dijo la ardilla más grande.

"¿Crees que esto sea suficiente para que la brilli-hada nos reciba?" - murmuró Pandy mientras se secaba el sudor de la frente.

"No lo sé, pero deberíamos seguir intentándolo," - contestó Gabby, entusiasmada.

Finalmente, llegaron a un claro iluminado por un resplandor cálido y suave. En el centro, una linterna radiante flotaba. De repente, esta comenzó a brillar aún más.

"¡Eso debe ser! ¡La casa de la brilli-hada!" - gritó Gabby.

Siguieron la luz, hasta dar con una pequeña cabaña llena de colores brillantes. Al acercarse, notaron que la puerta estaba entreabierta. Gabby tomó una bocanada de aire y empujó la puerta con cuidado.

En el interior, una hermosa brilli-hada, con alas que centelleaban como estrellas, los miró con curiosidad.

"¡Hola, viajeros! He estado observando desde lejos. He visto su amabilidad y servicio. ¡Están calificados para conocerme!" - dijo la brilli-hada con voz melodiosa.

Gabby y Pandy se miraron emocionados. Habían logrado su objetivo.

"Gracias por hacer el bien en el bosque. La amabilidad ilumina el camino de todos. Aquí, les regalare una linterna mágica. Cada vez que ayuden a alguien, brillará aún más!" - explicó la brilli-hada con una sonrisa.

"¡Wow! ¡Es increíble!" - exclamó Gabby, tocando la linterna con delicadeza.

"Desde ahora, cada acción amable que realicen, hará que el bosque sea aún más brillante," - concluyó la brilli-hada.

Gabby y Pandy regresaron a casa con su linterna mágica, dispuestos a hacer del mundo un lugar más amable.

"¿Sabes qué, Pandy? No importa si ayudamos a un patito o a muchas ardillas. Lo importante es que siempre debemos ser amables. ¡Y ahora tenemos la linterna para recordarnoslo!" - dijo Gabby.

Y así, Gabby y Pandy aprendieron que la verdadera magia no solo vienen de criaturas mágicas, sino de cada pequeño acto de bondad que realizamos.

Luego de ese día, nunca dejaron de buscar la manera de ayudar a quienes lo necesitaban en el bosque, haciendo de su hogar un lugar más brillante y feliz en cada rincón.

FIN.

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