La bruja amable y sus amigos mágicos



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una bruja llamada Agustina. A diferencia de las brujas que suelen ser malvadas, Agustina era amable y siempre buscaba ayudar a los demás.

Vivía en una cabaña en el bosque, rodeada de plantas y animales mágicos. Un día, mientras Agustina preparaba una pócima especial para curar resfriados, se dio cuenta de que le faltaban ingredientes clave.

"Necesito un pelo de gato negro y la sangre de un murciélago", pensó preocupada. Sin perder tiempo, decidió ir al mercado del pueblo para conseguirlos.

Mientras caminaba por el mercado con su sombrero puntiagudo y su escoba mágica a cuestas, Agustina notó algo inusual: había un gato negro siguiéndola por todos lados. "-¿Qué haces aquí, pequeño?", preguntó sorprendida. El gato negro respondió telepáticamente: "-Soy Max, estoy perdido y necesito tu ayuda".

Agustina se agachó para acariciar al gato y dijo: "-No te preocupes Max, te llevaré a casa después de comprar lo que necesito". Agustina encontró una tienda donde vendían todo tipo de ingredientes mágicos.

Mientras buscaba el pelo del gato negro y la sangre del murciélago entre frascos llenos de polvo brillante y raíces coloridas, vio a alguien familiar cerca del mostrador. Era Martín, un niño que solía jugar cerca del bosque donde vivía Agustina. Martín estaba triste porque no podía dormir bien por las noches.

"-Hola Martín, ¿qué te trae por aquí?", preguntó Agustina. Martín explicó que había estado teniendo pesadillas y que se despertaba asustado todas las noches. Agustina recordó una pócima especial que ayudaba a los niños a tener sueños tranquilos y felices.

Decidió ayudar a Martín en lugar de completar su propia pócima. Agustina invitó a Martín a su cabaña y juntos comenzaron a preparar la poción mágica para sus sueños.

Utilizaron el pelo del gato negro como un ingrediente especial para alejar las pesadillas, mientras que la sangre del murciélago les daría sueños llenos de aventuras y diversión. Después de beber el brebaje, Martín se sintió tranquilo y feliz. Agradecido, le dijo a Agustina: "-¡Gracias! Ahora podré dormir sin preocupaciones".

Max también estaba contento porque sabía que había cumplido su misión de ayudar. Los días pasaron y Agustina continuó ayudando a los habitantes del pueblo con sus problemas mágicos.

Ya fuera curando resfriados o solucionando problemas emocionales, siempre encontraba una solución amable y efectiva. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su cabaña, vio volar un murciélago frente a ella. El murciélago parecía saludarla antes de desaparecer entre los árboles.

Agustina sonrió al darse cuenta de que incluso los animales podían mostrar gratitud. Desde ese día, Max se convirtió en el fiel compañero de Agustina, y juntos continuaron ayudando a las personas del pueblo.

Aprendieron que no importa cuán extraños o diferentes sean, siempre hay una manera de encontrar soluciones mágicas y amables para los problemas de la vida.

Y así, la historia de la bruja Agustina y sus amigos mágicos se difundió por todo el país, inspirando a otros a ser amables y compasivos en tiempos difíciles.

FIN.

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