La Bruja Aventurera y su Escoba Encantada



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Cuentilandia, una bruja llamada Clara. Clara no era una bruja común; a diferencia de las demás, que preferían quedarse en su cabaña, ella soñaba con salir a vivir aventuras. Un día, mientras acariciaba su escoba mágica, decidió que era hora de explorar más allá de su hogar.

"¡Hoy es el día perfecto para volar!" - exclamó Clara emocionada.

Subió a su escoba y, con un ligero empujón, se elevó por los aires. Las nubes la abrazaban y el viento susurraba en su oído. Cuando aterrizó cerca de un bosque encantado, se dio cuenta de que aquel lugar era muy especial. Todo brillaba con un resplandor mágico.

Mientras Clara exploraba, escuchó un llanto. Siguiendo el sonido, encontró a un pequeño duende llamado Dimi, atrapado entre las ramas de un árbol.

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" - decía Dimi sollozando.

"No te preocupes, Dimi. ¡Yo te ayudaré!" - dijo Clara con una sonrisa. Con un movimiento de su escoba, disparó una chispa de energía mágica y liberó al duende.

"¡Gracias, bruja! Eres muy valiente" - dijo Dimi, quien estaba tan agradecido que le ofreció mostrarle el bosque.

Mientras Dimi guiaba a Clara, encontró un arroyo que cantaba una canción alegre.

"Este arroyo está lleno de melodías mágicas, ¡ven a escuchar!" - invitó el duende. Clara se acercó y, al tocar el agua con su escoba, se produjo un espejismo que mostró dulces y hermosos sueños.

De repente, un grupo de criaturas del bosque apareció, pero no eran amigables. Eran unos trolls que robaban sueños de las criaturas del bosque.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó Clara asustada.

"¡Nosotros somos los trolls y queremos todos los sueños!" - respondió uno de ellos, con una sonrisa despreciativa.

Clara, sintiendo que debía defender el mágico bosque, se armó de valor y dijo:

"No pueden llevarse los sueños de los demás. Los sueños son tesoros que deben compartirse, no robárselos."

"¡¿Y quién nos va a detener? !" - gruñó el troll más grande, cruzando los brazos.

Clara pensó rápido y recordó el espejismo que había creado en el arroyo. Con su escoba, generó una corriente mágica que envolvió a los trolls en dulces sueños, haciéndolos soñar con lugares donde la bondad y la amistad reinaban.

Los trolls, confundidos, se miraron unos a otros mientras sus caras mostraban una transformación. Comenzaron a sonreír y a soñar en lugar de robar.

"¡Esto es hermoso!" - murmulló uno de ellos, mientras se sumergía en un sueño feliz.

"¡No puedo creer que estemos soñando en vez de asustar a otros!" - señaló otro.

Clara y Dimi se rieron al ver a los trolls tan pacíficos, y el duende exclamó:

"¡Lo has logrado! Has convertido a los trolls en amigos."

Decidieron llevar a los trolls de regreso al pueblo para que los habitantes conocieran su nueva actitud.

"¿Quieren venir a nuestro pueblo y mostrarnos qué aprendieron?" - preguntó Clara a los trolls.

"¡Sí, queremos ser parte de su comunidad!" - respondieron con entusiasmo.

Al llegar a Cuentilandia, todos se sorprendieron al ver a los trolls, pero Clara explicó cómo lograron cambiar. Con su amabilidad y sueños compartidos, los trolls se convirtieron en parte de la comunidad, ayudando en festivales y trayendo risas con historias de sus aventuras.

Y así, Clara no solo había vivido una aventura increíble, sino que también enseñó una valiosa lección sobre la importancia de compartir y ayudar a los demás. Desde entonces, la bruja Clara se convirtió en la guardiana del bosque y sus amigos siempre estaban a su alrededor, listos para compartir nuevas y maravillosas aventuras con ella.

"Siempre recordaré este día, Clara. ¡Eres la mejor bruja del mundo!" - dijo Dimi mientras reían juntos.

Y así, Clara y sus amigos continuaron explorando el mundo, sabiendo que la verdadera magia estaba en la bondad y la amistad.

FIN.

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