La bruja convertida
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques encantados, una bruja llamada Agustina. Agustina era conocida por sus hechizos y pociones mágicas que siempre utilizaba para hacer travesuras a la gente del pueblo.
Pero en el fondo de su corazón, ella deseaba ser algo más que una bruja malvada. Un día, mientras caminaba por el bosque buscando ingredientes para sus hechizos, Agustina se encontró con un libro antiguo escondido entre los árboles.
El libro estaba lleno de ilustraciones y palabras mágicas que parecían prometerle algo especial. Sin pensarlo dos veces, Agustina comenzó a leer las páginas y descubrió un hechizo poderoso: "Para convertirse en hada".
Emocionada por la posibilidad de cambiar su destino, Agustina decidió probar el hechizo al día siguiente. Preparó todo lo necesario y esperó ansiosa hasta que llegara el momento adecuado. Cuando finalmente llegó el amanecer, recitó las palabras mágicas mientras movía su varita con gracia.
De repente, un destello de luz envolvió a Agustina y cuando desapareció, ella ya no era una bruja malvada, sino una hermosa hada con alas brillantes y vestidos coloridos. Su deseo se había hecho realidad.
Agustina volvió al pueblo como hada y todos quedaron asombrados al verla tan transformada. La gente del pueblo no podía creerlo e incluso aquellos a quienes había hecho travesuras antes le pidieron disculpas por haberla juzgado mal.
Pero Agustina sabía que ser hada no solo significaba tener alas y vestidos bonitos, sino también ayudar a los demás y hacer el bien. Así que decidió utilizar sus nuevos poderes para traer alegría y felicidad al pueblo.
Un día, mientras volaba por el bosque, Agustina escuchó un llanto desesperado. Siguió el sonido hasta descubrir a una torta abandonada en medio del camino. La torta estaba triste porque nadie la quería comer.
Agustina se acercó a la torta y le habló con ternura: "No te preocupes, pequeña torta. Yo te cuidaré". Con un toque de su varita mágica, la torta cobró vida y se convirtió en una hermosa criatura llamada Dulcinea. Desde ese día, Agustina y Dulcinea se convirtieron en las mejores amigas.
Juntas recorrieron el pueblo llevando alegría a todos los niños con sus travesuras divertidas y regalando magia en forma de dulces deliciosos.
La historia de Agustina inspiró a todos en el pueblo a creer en segundas oportunidades y aprender que incluso alguien considerado malo puede cambiar si encuentra su verdadero propósito. Y así fue como Agustina, ahora conocida como "El hada de las tortas", vivió felizmente haciendo el bien en el pueblo rodeado de bosques encantados.
Y cada vez que alguien necesitaba un poco de dulzura o magia en sus vidas, sabían exactamente dónde encontrarla.
FIN.