La bruja de la colina y la valentía del pueblo
Había una vez, en un pintoresco pueblo rodeado de verdes praderas y colinas ondulantes, una bruja muy astuta llamada Zafira. La gente del pueblo siempre había escuchado rumores sobre su poder y sobre su terrible deseo de controlar a todos los habitantes y llevarse a los niños para alimentarse de su energía. Sin embargo, nadie se había atrevido a acercarse a su cueva, ubicada en la cima de una colina oscura.
Un día, la tranquilidad del pueblo se vio interrumpida cuando Zafira apareció en la plaza principal, envuelta en un manto negro y con una sonrisa maliciosa.
"¡Escuchen, habitantes de este pueblo!" - gritó la bruja, su voz resonando como un eco en el aire. "He venido a ofrecerles dos opciones: ser mis esclavos o rendirse a mi poder. ¡Y, además, planeo llevarme a sus queridos niños!"
Los habitantes se miraron unos a otros, aterrados. La joven Sofía, conocida por su valentía y su amor por los niños, no podía soportar la idea de que Zafira se saliera con la suya.
"¡No podemos permitir que esto suceda!" - exclamó Sofía con determinación. "Debemos unirnos y encontrar una manera de detenerla."
La asamblea del pueblo comenzó a murmurar. Los más viejos recordaron historias de antaño sobre cómo otros pueblos habían derrotado a brujas malignas.
"¿Y cómo lo haríamos?" - preguntó Don Pedro, el más anciano del pueblo. "Ella es muy poderosa."
"La verdadera fuerza está en nuestra unión y en la valentía que cada uno de nosotros pueda tener" - sugirió Sofía. "Podemos enviar a un grupo valiente a la colina para hablar con ella y tratar de cambiar su corazón."
El grupo se organizó: Sofía, junto con su mejor amiga Lila, el hábil cazador Tomás y el ingenioso inventor Julián, decidieron adentrarse en la cueva de Zafira.
Cuando llegaron, encontraron a la bruja en medio de una mezcla de brebajes burbujeantes.
"¿Qué hacen aquí, insensatos?" - exclamó Zafira, sorprendida. "¿Acaso están listos para ser mis esclavos?"
"No venimos a someternos" - respondió Sofía firmemente. "Venimos a ofrecerte otra opción."
La bruja, intrigada, decidió escuchar. Sofía continuó:
"Sabemos que tienes un gran poder, pero también sabemos que la soledad puede ser muy triste. ¿No te gustaría tener amigos?"
Zafira se quedó en silencio. Había pasado tantos años sola, rodeada de oscuridad, que nunca lo había considerado.
"¿Amigos?" - repetía la bruja, como si esas palabras le sonaran extrañas.
"Sí, podemos traerte alegría, risas y diversión. Solo tienes que dejar de lado el miedo y abrir tu corazón" - dijo Lila, mientras Tomás asentía. "En lugar de asustarnos, podrías usar tu magia para ayudarnos. Juntos podríamos hacer grandes cosas."
Zafira dudó. La idea de tener compañía y ser parte de algo más grande la conmovía, aunque le costaba aceptarlo. Sin embargo, el recuerdo de su soledad la asustaba más que perder el control del pueblo.
"Tal vez..." - murmuró la bruja, mirando a sus visitantes, que le sonreían con esperanza. "Quizás no necesito el control, sino algo más."
El grupo decidió mostrarle a Zafira lo que era la amistad: la alegría de compartir una comida, el placer de reír y contar historias alrededor de una fogata. La magia de la bruja comenzó a transformarse. En lugar de invocar tormentas, comenzó a invocar destellos de luz coloridos que llenaban la cueva de alegría.
Con el tiempo, Zafira se dio cuenta de que su verdadera fortaleza no residía en asustar, sino en ser parte de la comunidad. Prometió cuidar a todos los niños del pueblo, ayudándoles a aprender sobre magia y naturaleza.
"Gracias, Sofía y amigos. Ustedes me mostraron que el amor y la amistad son más poderosos que el miedo" - dijo Zafira, ya no con la voz oscura de antes, sino con calidez.
Desde ese día, el pueblo floreció bajo la atenta mirada de Zafira. Los niños jugaban en los prados, aprendían de la magia de la naturaleza y el pueblo era un lugar de alegría y unidad. Sofía, Lila, Tomás y Julián se convirtieron en grandes amigos de la bruja, y la historia se transmitió de generación en generación, la historia de cómo la valentía y la amistad habían transformado a una bruja en una gran aliada.
Y así, el miedo se convirtió en alegría y el oscuro manto de Zafira se transformó en un hermoso abrigo lleno de colores.
El pueblo nunca olvidó la lección que aprendieron: la bondad puede cambiar incluso los corazones más oscuros.
FIN.