La bruja de la escoba encantada
En un pequeño pueblo llamado Villa Arcoiris, donde los días eran siempre soleados y los niños jugaban alegremente en las calles, un extraño fenómeno estaba a punto de ocurrir. Un día, mientras los chicos estaban en el parque, una figura especial comenzó a descender del cielo. Era una bruja de verdad, con la cara verde, ojos brillantes como esmeraldas, nariz puntiaguda y largos cabellos negros ondeando al viento. Su vestimenta era de un color morado profundo y llevaba un sombrero enorme que parecía tocar las nubes. Montada en su escoba voladora, aterrizó suavemente en el centro del parque.
Los niños, asombrados, se acercaron lentamente.
"¿Quién sos?" - preguntó Tomás, el más curioso del grupo."Soy Brigitte, la bruja de la escoba encantada," respondió ella con una voz melodiosa.
"¿Nos vas a hechizar?" - preguntó Ana, una niña de cabello rizado y ojos grandes.
"No, queridos. Estoy aquí para ayudar y enseñarles lo importante que es cuidar nuestro planeta" - dijo Brigitte, sonriendo.
Los niños miraron entre ellos confundidos.
"¿Cómo podés ayudarnos?" - preguntó Juan, que siempre estaba buscando aventuras.
"Verán, las brujas como yo tenemos habilidades especiales. Vengo a mostrarles que la naturaleza es mágica, pero necesita de su cuidado. Acompáñenme a un viaje por el bosque."
Intrigados, los niños se subieron a la escoba de Brigitte, y en un instante volaron por los aires hacia un hermoso bosque lleno de árboles altos y plantas coloridas.
"¡Guau!" - exclamó Ana, mientras miraba hacia abajo.
"Miren cuántas cosas hermosas hay" - añadió Tomás, maravillado.
Cuando aterrizaron, Brigitte les mostró un claro lleno de flores y mariposas.
"Este lugar es especial, pero se ha comenzado a llenarse de basura. Necesitamos su ayuda" - dijo Brigitte con seriedad.
"¿Qué podemos hacer?" - preguntaron todos al unísono.
"Juntos recogeremos la basura y plantaré algunas semillas mágicas para que crezca más vida aquí" - explicó la bruja.
Los niños se pusieron manos a la obra. Recolectaron cada papel, plástico y objeto que encontraban, mientras Brigitte sembraba semillas en la tierra.
"Esto es muy importante, chicos. Cuando cuidan el planeta, están cuidando su hogar" - les recordaba cada vez que un nuevo papel caía al suelo.
Después de horas de trabajo, el claro estaba limpio y lleno de nuevas semillas.
"¡Lo logramos!" - gritó Juan, lleno de alegría.
"Ahora, mira cómo florecerá este lugar por su esfuerzo" - dijo Brigitte, alzando sus brazos.
Y al instante, pequeñas flores comenzaron a brotar, llenando el claro de colores vibrantes y un aroma dulce. La magia de la bruja hizo que mariposas de mil colores danzaran alrededor de los niños.
"¿Vieron? Cada pequeña acción cuenta. Ustedes pueden hacer una gran diferencia" - explicó Brigitte con una sonrisa.
Antes de despedirse, la bruja les regaló un frasco pequeño lleno de polvo dorado.
"Esto es un poco de mi magia. Usen su imaginación siempre y, sobre todo, nunca dejen de cuidar nuestra tierra" - les dijo. "Recuerden: con cada acción buena, la magia crece".
Cuando los niños regresaron al pueblo, estaban llenos de energía y nuevas ideas. Así, empezaron a organizar actividades en la escuela para cuidar el medio ambiente. Recolectaron basura, plantaron árboles y enseñaron a sus amigos sobre la importancia de proteger la naturaleza.
"Gracias, Brigitte" - susurraban cada vez que cuidaban un rincón de Villa Arcoiris. Aunque nunca la volvieron a ver, sus enseñanzas quedaron grabadas en sus corazones. Y, desde ese día, cada vez que veían una mariposa, recordaban que dentro de ellos estaba la verdadera magia del cambio.
Y así, la bruja de la escoba encantada se convirtió en parte de la leyenda de Villa Arcoiris, recordándoles siempre que el cuidado del planeta es un trabajo de todos. Y cuando los niños crecieron, ellos contaron la historia a sus propios hijos, asegurándose de que la magia de Brigitte nunca se apagara en su corazón.
FIN.