La Bruja de los Porotos y su Sombrero Horrible
En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes, vivía una bruja llamada Doña Tecla. Doña Tecla era conocida en todo el pueblo no solo por sus habilidades mágicas, sino también por su sombrero horrible, que era más grande que ella, lleno de plumas de colores y adornos extraños que siempre se movían de forma extraña. Todos en el pueblo la temían un poco, pero también la respetaban.
Un día, mientras Doña Tecla cosechaba porotos en su jardín, se encontró con un grupo de niños que la miraban desde detrás de un árbol.
"¿Qué están haciendo ahí, chicos?" - preguntó Doña Tecla, con su voz suave.
"Nada, sólo estamos viendo..." - respondió uno de los niños, un niño curioso llamado Nico.
"¿Quieren ayudarme a recoger los porotos?" - ofreció ella con una sonrisa.
Los niños se miraron entre sí, dudando. Habían escuchado historias sobre cómo, a menudo, la gente se perdía en el bosque tras cruzar a Doña Tecla. Sin embargo, su curiosidad fue más fuerte. Decidieron acercarse y ayudar.
A medida que recogían los porotos, Doña Tecla empezó a contarles sobre su sombrero.
"¿Saben por qué lo uso?" - preguntó.
"No..." - dijo Nico.
"Este sombrero no solo es horrible, también contiene todos mis hechizos. Cada pluma representa un hechizo diferente. Algunos son buenos, y otros... no tanto. Pero todos ellos son parte de mí. Sin mi sombrero, no soy la bruja que soy hoy."
Los niños se sorprendieron y comenzaron a mirarlo de otra manera. Hasta ese momento, sólo veían la apariencia extraña de Doña Tecla y su sombrero, pero ahora comenzaban a entender que tenía una historia detrás.
Mientras trabajaban, un fuerte viento comenzó a soplar. De repente, una de las plumas del sombrero de Doña Tecla voló y aterrizó en el suelo, brillante y colorida.
"¡Oh no!" - exclamó la bruja.
Los niños se asustaron, pero Doña Tecla los calmó.
"No se preocupen, esto pasa a veces. Solo hay que recogerla y devolverla al sombrero."
Los niños fueron más valientes y juntos comenzaron a buscar la pluma. Sin embargo, cuando la encontraron, no eran solo una pluma, era un poroto mágico que había cobrado vida. El poroto empezó a saltar en círculos y a hacer ruidos divertidos.
"¡Mirá!" - gritó Nico, riéndose.
"Ese es el poroto mágicode la risa. Se dice que trae alegría a quienes lo ven!" - explicó Doña Tecla, sonriendo.
"¿Podemos quedarnos con él?" - preguntó una niña tímida llamada Valeria.
"No, este poroto es muy especial. Debe volver al suelo para que crezca y pueda hacer reír a más personas en el futuro. Todo tiene su lugar en el mundo." - dijo Doña Tecla.
Entonces, la bruja les explicó que con magia, podían enviar los porotos de vuelta al jardín, usando solo su imaginación y un poco de concentración.
"Cierren los ojos y piensen en un lugar mágico donde los porotos puedan crecer felices. A la cuenta de tres, todos juntos... Uno, dos, tres!"
Los niños cerraron los ojos y sintieron una brisa mágica. Cuando los abrieron, los porotos regresaron a la tierra.
"¡Lo hicimos!" - gritaron los niños, llenos de alegría.
Doña Tecla sonrió, y en ese momento, el sombrero comenzó a brillar.
"Gracias, niños. A veces, lo que parece horrible o extraño puede tener más propósito del que creemos. ¡Ahora, cada vez que vean algo diferente, recuerden que puede estar lleno de magia!" - dijo la bruja, mostrándoles su sombrero.
Los niños no solamente aprendieron sobre los porotos mágicos, sino que empezaron a ver a Doña Tecla bajo una nueva luz. Desde entonces, cada vez que la veían, le saludaban con una sonrisa y le contaban sobre sus aventuras. Y así, el miedo se transformó en respeto.
Y así fue como Doña Tecla se ganó el cariño del pueblo y los niños se dieron cuenta de que lo importante no es cómo se ve algo, sino qué hay dentro.
Desde entonces, el sombrero horrible de Doña Tecla se convirtió en oro, porque llevaba consigo la historia de la bruja que enseñó a todos a buscar la magia en lo desconocido.
FIN.