La Bruja de Malvada



En un reino lejano, donde los árboles cantaban y las flores danzaban al ritmo del viento, vivía una bruja llamada Malvina. Malvina era conocida por tener una magia poderosa, pero también por su corazón lleno de rencor. Siempre había sido malvada, lanzando hechizos para causar problemas a los habitantes del reino. Por eso, los aldeanos decidieron desterrarla.

"No queremos tu maldad en nuestro reino", dijeron los aldeanos, mientras la llevaban lejos del bosque.

Malvina, enfadada y sola, se encontró en un oscuro y sombrío pantano. Allí solo había ranas y charcos, y su poder mágico no era suficiente para cambiar su destino.

Con el tiempo, la bruja se sintió triste y sola. Un día, mientras se paseaba por el pantano, escuchó un llanto. Sigilosamente, se acercó y vio a una pequeña hada atrapada en una red de espinas.

"¿Qué te pasó?", preguntó Malvina, sorprendida de que su corazón empezara a sentir compasión.

"Me atraparon esos espinos traicioneros, y no puedo volar. Ayúdame, por favor", suplicó el hada.

Malvina, con un movimiento de su varita, lanzó un hechizo para deshacer la red. El hada, al verse libre, le sonrió.

"Gracias, generosa bruja. ¿Por qué estás tan triste?"

Malvina, sorprendida por la pregunta, le contó su historia.

"Sólo quería ser poderosa, pero fue mi propia maldad la que me llevó a este lugar. No sé cómo ser buena", explicó.

"Tal vez deberías intentarlo. La bondad puede convertirse en tu magia más poderosa", sugirió el hada.

Malvina pensó en lo que el hada había dicho. Con el tiempo, decidió practicar actos de bondad. Comenzó a ayudar a los habitantes del pantano: rescatando animales, haciendo crecer plantas y creando lluvias mágicas que llenaron de vida el lugar.

Un día, regresó al pueblo con el hada a su lado.

"Vengo a pedir perdón", dijo Malvina, temblando un poco.

Los aldeanos la miraron con desconfianza.

"¡No puedes haber cambiado tan rápido!", gritó uno de ellos.

Pero el hada se adelantó.

"Ella me salvó y ha hecho mucho por los que viven en el pantano. Hay que darle una oportunidad", insistió.

Los aldeanos, después de ver cómo Malvina se comportaba con amabilidad, decidieron darle una segunda oportunidad, aunque con precaución.

Con el tiempo, Malvina demostró que podía hacer grandes cosas con su magia, siempre usando sus poderes para ayudar a los demás. Así, un día, mientras ayudaba a organizar una fiesta para celebrar la unión del pantano con el pueblo, una niña pequeña se acercó a ella.

"¿Podés hacer magia, bruja?"

"Sí, pero la verdadera magia está en ser buena y cuidar a los demás", respondió Malvina, sonriendo.

Al final, el corazón de la bruja se llenó de alegría. Había descubierto que la verdadera fuerza no estaba en ser temida, sino en ser amada. Y así, el día de la gran fiesta, brilló una estrella en el cielo, recordando a todos que siempre hay una oportunidad para cambiar y ser mejores.

Fin.

FIN.

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