La Bruja del Bosque Encantado



Había una vez, en un bosque encantado y misterioso, una bruja llamada Malvina. Malvina era conocida por ser malvada y por sus pociones de veneno que utilizaba para aterrorizar a los viajeros que se atrevían a entrar en su dominio. Junto a ella, siempre estaba su fiel compañero, un lobo feroz llamado Grunth.

Todos en el pueblo cercano decían que el bosque estaba maldito y que cualquier persona que se perdiera en él no regresaría jamás. Pero un día, dos hermanos valientes, Sofía y Tomás, decidieron adentrarse en el bosque para rescatar a su perro que había corrido detrás de una mariposa.

Mientras caminaban, escucharon un ruido aterrador. Era Grunth, el lobo feróz, que los miraba con sus ojos brillantes como dos faros.

"¿Quiénes son ustedes?" - gruñó Grunth.

"¡Solo somos unos niños buscando a nuestro perro!" - respondió Sofía temblando.

"Si no se van, les mostraré lo que es la verdadera maldad" - dijo el lobo.

Sofía y Tomás, aunque asustados, no iban a rendirse. Sabían que necesitaban encontrar a su perro y no permitir que el miedo los detuviera. Justo en ese momento, comenzaron a escuchar risas burlonas que provenían de un claro. Se acercaron y vieron a la bruja Malvina mezclando extrañas pociones.

"¡Miren quiénes se han perdido en mi bosque!" - exclamó Malvina al ver a los niños.

"No hemos venido a molestar, solo buscamos a nuestro perro" - contestó Tomás con valentía.

"¿Y qué harán si no lo encuentran?" - preguntó Malvina con una sonrisa malvada.

Sofía miró a su hermano y tuvo una idea.

"Si tú nos ayudas a encontrar a nuestro perro, te prometemos que te enseñaremos a ser amable."

"¿Amable yo? ¡Nunca!" - gritó Malvina. Pero en su interior, una chispa de curiosidad se encendió.

Malvina, en lugar de enojarse, se quedó pensando. Mientras tanto, Grunth se acercó y comenzó a olfatear.

"Quizás lo que dicen esos niños no es tan aburrido..." - reflexionó el lobo.

"¿Qué tal si hacemos una búsqueda juntos?" - sugirió Sofía.

"Podemos enseñarte lo divertido que puede ser compartir y ayudar a los demás. ¡Tus pociones podrían ser usadas para cosas buenas!" - agregó Tomás.

Malvina, intrigada por esa posibilidad, aceptó. Así, los cuatro, la bruja, los niños y el lobo, comenzaron a buscar al perrito perdido. Utilizaron el olfato de Grunth y las habilidades de Malvina para hacer que las plantas los guiaran por el bosque.

Después de un rato, el perrito apareció jugando con una pelota de hojas. Los niños se lanzaron hacia él con alegría y abrazaron a Malvina.

"Gracias, gracias, gracias!" - gritaron felices.

"Tal vez no soy tan mala después de todo" - reflexionó Malvina, sorprendida por la calidez de los abrazos.

"Una pizca de bondad puede cambiar todo" - dijo Grunth con una sonrisa.

Desde aquel día, Malvina comenzó a cambiar sus pociones. Aprendió a crear pociones de flores, de amistad y de bondad, y el bosque se llenó de colores y alegría. La gente del pueblo ya no temía al bosque, y con el tiempo, hasta hicieron un festival para celebrar la amabilidad de la bruja.

Malvina se convirtió en la bruja más querida de la región, y su corazón, una vez lleno de veneno, ahora se iluminaba con la felicidad de hacer el bien.

Y así, la bruja malvada dejó de serlo y se convirtió en... ¡la bruja amiga! El bosque encantado fue el lugar de muchas aventuras, pero la más importante fue aquella que cambió su vida para siempre.

FIN.

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