La Bruja del Jardín Encantado



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una joven bruja llamada Lila. Era conocida por su belleza deslumbrante, pero también por sus poderes mágicos. Lila tenía un jardín mágico donde crecía todo tipo de plantas y flores que sólo ella podía cultivar. Los habitantes del pueblo, aunque la respetaban, a veces la temían porque no comprendían la magia que ella usaba.

Un día, mientras Lila estaba recogiendo flores en su jardín, escuchó a dos niños que hablaban sobre su casa. "¿Te das cuenta de que nunca hemos estado en el jardín de Lila? La gente dice que es peligroso", dijo uno. El otro niño respondió:

"Pero mi abuela me contó que ella tiene la planta de los sueños. Imaginate... volver a soñar con cosas que ya olvidamos".

Lila, al escuchar esto, sintió un nudo en el estómago. Ella amaba a los niños y quería que ellos supieran que su jardín no era un lugar aterrador. Decidió invitarlos a conocerlo.

Unos días después, Lila se acercó a la casa de los niños y tocó la puerta. Cuando la madre de Sofía y Tomás abrió, Lila sonrió y dijo:

"Hola, soy Lila, la bruja del jardín. Quiero invitar a Sofía y Tomás a conocer mi jardín. Les prometo que no es peligroso".

La madre se sorprendió, pero vio un brillo amistoso en los ojos de Lila. "Bueno, si me prometés que se cuidarán, pueden ir".

Sofía y Tomás estaban emocionados. Cuando llegaron al jardín, se dieron cuenta de que era un lugar de maravillas. Flores que brillaban como estrellas, plantas que susurraban secretos y mariposas doradas que danzaban en el aire.

"¡Wow! Es increíble, Lila!" exclamó Tomás.

"Les quiero mostrar algo especial. Es la planta de los sueños" dijo Lila, señalando una hermosa planta con flores que parecían brillar.

"¿Qué hace?" preguntó Sofía.

"Con su aroma, te ayuda a recordar tus sueños y a crear nuevos. Pero hay que usarla con cuidado, porque los sueños deben ser hermosos y llenos de amor".

Ambos niños querían probarla, y Lila les mostró cómo hacerlo. Pero en ese momento apareció una sombra oscura. Era el alcalde del pueblo, que había escuchado rumores sobre Lila y su jardín mágico. Él decía:

"Lila, ¿qué haces con esos niños? Tu magia sólo trae problemas y temor. Eres una bruja, y eso no es bueno".

Lila, con mucha tranquilidad, respondió:

"No, señor alcalde. Mi magia es para ayudar, no para hacer daño. Pero si me dejas, puedo enseñarle a todos en el pueblo lo que realmente soy".

El alcalde, curioso pero aún desconfiado, respondió:

"Si lográs que los adultos del pueblo estén de acuerdo, te dejaré demostrarlo".

Lila aceptó el reto. Organizó un gran evento en el pueblo, donde invitó a todos. Preparó una mágica presentación con flores, colores y alegría. Aquellos que alguna vez temieron su magia, se dieron cuenta de que era hermosa y poderosa.

Al final del evento, Lila se dirigió a los habitantes del pueblo:

"La magia no es sólo lanzar hechizos. Es amor, sueños, y ayudar a los demás. En nuestro corazón, todos tenemos un poco de magia".

Los niños, especialmente Sofía y Tomás, aplaudieron emocionados. El alcalde, con una sonrisa, dijo:

"He cambiado de opinión, Lila. Tu magia es maravillosa, y tenemos mucho que aprender de ti".

Desde aquel día, Lila se convirtió en la bruja más querida del pueblo. Todos, incluidos los adultos, aprendieron a ver la magia con otros ojos y a valorar el amor y la amistad.

Y así, el jardín de Lila no sólo floreció con plantas mágicas, sino también con la alegría de todos los habitantes del pueblo, quienes habían aprendido que la verdadera magia reside en el amor y la comprensión para con los demás.

FIN.

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