La bruja-dragón y el cazador de sueños
Había una vez en un bosque encantado, una bruja muy hermosa llamada Luna. Luna vivía en una cabaña mágica rodeada de árboles centenarios y flores de colores brillantes.
Durante el día, Luna ayudaba a los animales del bosque con sus hechizos curativos y sus pociones mágicas. Pero por las noches, cuando la luna brillaba en lo alto, algo extraordinario sucedía: Luna se transformaba en un majestuoso dragón plateado que volaba libremente entre las estrellas.
Su piel brillaba como el metal más precioso, y sus ojos lanzaban destellos de luz pura. Un grupo de cazadores escuchó hablar sobre el dragón plateado que habitaba en el bosque y decidió capturarlo para obtener fama y fortuna.
Armados con arcos y flechas, se adentraron en lo profundo del bosque persiguiendo al dragón. Una noche, mientras Luna volaba como dragón bajo la luz de la luna llena, los cazadores la vieron y lanzaron sus flechas hacia ella.
Una de las flechas rozó la pata delantera derecha del dragón, haciéndola caer al suelo con un fuerte estruendo. Al regresar a su forma humana, Luna sintió un dolor agudo pero logró esconderse entre los arbustos antes de que los cazadores se acercaran.
Uno de ellos se separó del grupo para investigar mejor y fue entonces cuando descubrió a Luna herida. "¿Estás bien?", preguntó el joven cazador con preocupación al ver a la bella bruja lastimada.
Luna miró al joven a los ojos y vio bondad en su mirada.
Sorprendida por este gesto inesperado, decidió confiar en él y le contó su historia: cómo era una bruja durante el día y un dragón durante la noche debido a un antiguo hechizo. El cazador se compadeció de Luna e inmediatamente comenzó a cuidarla, curando sus heridas con hierbas medicinales y agua fresca del arroyo cercano.
Con el paso de los días, entre risas compartidas y conversaciones profundas bajo la luz del sol filtrándose entre las ramas de los árboles, Luna y el cazador forjaron una amistad inquebrantable. Con el tiempo, esa amistad se convirtió en amor.
Luna descubrió que no todos los humanos eran malvados como creía; había encontrado a alguien especial que aceptaba tanto su forma humana como su forma de dragón sin juzgarla ni temerle. Los días pasaron rápidamente hasta que llegó otra noche de luna llena.
Luna sabía que debía partir nuevamente como dragón plateado hacia los cielos estrellados pero esta vez no quería irse sola; quería llevar consigo al joven cazador que había conquistado su corazón.
"¿Vendrás conmigo?", preguntó Luna tímidamente mientras volvía lentamente a transformarse en dragón ante los ojos asombrados del joven cazador. El cazador sonrió maravillado por la belleza resplandeciente ante él y asintió sin dudarlo. "¡Sí! ¡Ir contigo sería mi mayor aventura!", exclamó emocionado mientras subía al lomo del majestuoso dragón plateado junto a Luna.
Y así partieron juntos hacia lo desconocido, surcando los cielos estrellados como dos almas gemelas destinadas a vivir grandes aventuras llenas de magia y amor eterno en aquel bosque encantado donde todo era posible gracias al poder del corazón puro.
FIN.