La bruja en la casa embrujada
Había una vez en un pequeño pueblo, una casa embrujada que todos evitaban. Se decía que estaba habitada por una misteriosa señora que era en realidad una bruja. La gente contaba historias de luces parpadeantes, ruidos extraños y sombras que se movían en la oscuridad. Nadie se atrevía a acercarse a esa casa, excepto una valiente niña llamada Sofía. Sofía era curiosa y no le tenía miedo a nada, así que un día decidió explorar la casa embrujada.
Al entrar a la casa, Sofía se encontró con un lugar oscuro y polvoriento. De repente, escuchó una voz temblorosa que le susurraba al oído: -'¿Quién se atreve a entrar en mi morada?'. Sofía, asustada pero decidida, respondió: -'Soy Sofía, y vine a descubrir por qué todos le tienen miedo a esta casa'. La voz le contestó: -'Soy la bruja Agatha, y la razón por la que la gente me teme es porque ellos no entienden la magia como yo lo hago'.
Sorprendida, Sofía le pidió a la bruja Agatha que le contara más sobre la magia. La bruja Agatha le enseñó conjuros y hechizos, le mostró plantas mágicas y le explicó la verdadera naturaleza de la magia. A medida que pasaba el tiempo, Sofía y la bruja Agatha se convirtieron en grandes amigas, y Sofía descubrió que la bruja no era tan mala como la gente del pueblo creía.
Un día, un monstruo espantoso atacó el pueblo, causando caos y destrucción. La gente correteaba desesperada, pero Sofía recordó lo que la bruja Agatha le había enseñado. Rápidamente corrió hacia la casa embrujada y le pidió ayuda a su amiga. Juntas, crearon un poderoso hechizo que logró detener al monstruo y salvar al pueblo. A partir de ese día, la gente comprendió que la bruja Agatha no era malvada, sino una amiga valiosa y sabia.
La casa embrujada que antes infundía miedo, se convirtió en un lugar de aprendizaje y amor. Sofía y la bruja Agatha enseñaron a la gente del pueblo a no juzgar por las apariencias, a entender la magia y a valorar la amistad. La casa embrujada ya no era un lugar temido, sino un hogar de conocimiento y bondad.
FIN.