La Bruja Feliz de Villa Alegre


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde todos los habitantes eran felices y vivían en armonía. Sin embargo, había algo extraño que ocurría cada noche en el bosque cercano al pueblo.

Se decía que allí habitaba una bruja terrorífica, espeluznante y macabra. Los niños del pueblo siempre escuchaban las historias de la bruja y se asustaban mucho, pero un día decidieron enfrentar sus miedos y descubrir la verdad por sí mismos.

Así que formaron un grupo de valientes aventureros compuesto por Lucas, Sofía, Matías y Valentina. Un sábado por la tarde, los cuatro amigos se reunieron en el parque para planear su misión.

Estaban emocionados pero también nerviosos ante lo desconocido que les esperaba en el bosque. "¿Están seguros de querer hacer esto?" preguntó Lucas con voz temblorosa. "¡Sí! Tenemos que demostrarle a todos que no hay nada qué temer", respondió Valentina con determinación.

Armados con linternas y mapas dibujados a mano, los aventureros se adentraron en el oscuro bosque. Cada paso era más escalofriante que el anterior; árboles retorcidos, ramas crujientes bajo sus pies y sonidos misteriosos llenaban el ambiente.

En medio del camino se encontraron con un viejo señor llamado Don Alfredo quien les advirtió sobre los peligros del bosque:"Cuidado chicos, dicen que la bruja es muy poderosa. No deben subestimarla. "A pesar de las advertencias, los amigos continuaron su camino.

Mientras avanzaban, empezaron a escuchar risas provenientes de un claro en el bosque. Se acercaron sigilosamente y encontraron a la bruja sentada en un tronco, riendo a carcajadas. "¡Hola! Soy la Bruja Feliz", dijo la bruja con una sonrisa amigable.

"¿La Bruja Feliz?" preguntó Sofía sorprendida. "Sí, todos me conocen así. Me encanta asustar a las personas pero siempre termino haciéndolas reír. "La Bruja Feliz explicó que ella no era mala ni quería hacer daño a nadie.

Solo buscaba divertirse y alegrar el día de las personas. Los aventureros se dieron cuenta de que habían juzgado mal a la bruja solo por su apariencia espeluznante.

A partir de ese momento, decidieron pasar tiempo con ella y descubrieron lo divertida y amable que era. Con el tiempo, La Bruja Feliz se convirtió en una figura querida en Villa Alegre. Organizaba fiestas temáticas para los niños del pueblo y les enseñaba magia inofensiva.

Los habitantes aprendieron una valiosa lección: nunca juzgar por las apariencias. Desde entonces, Villa Alegre dejó de tener miedo al bosque y disfrutaba de la compañía de La Bruja Feliz. El pueblo se llenó de risas y diversión gracias a esta peculiar amiga.

Y así fue como una historia terrorífica, espeluznante y macabra se transformó en una historia divertida y feliz para todos los habitantes de Villa Alegre.

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