La Bruja Kaela y el Conejito Valiente



En un reino muy lejano, vivía una bruja malvada llamada Kaela. Con su varita y sus encantamientos, hacía magia oscura que causaba caos y temor entre los habitantes. A nadie le gustaba Kaela, y ella disfrutaba de su fama de malvada. Pero un día, mientras volaba sobre el bosque, vio algo que la hizo detenerse: un pequeño conejito herido en el suelo.

"¡Shooo! ¡Fuera de aquí, no te me acerques!" gritó Kaela, intentando asustarlo con su voz temible. Pero, para su sorpresa, el conejito la miró con ojos grandes y tiernos. "¿Por qué debería tener miedo de vos?" respondió el conejito con valentía.

"Porque soy una bruja mala y puedo hacerte mucho daño!" dijo Kaela, pero el conejito no se movía. "¡Pero si estás herido!" añadió, al darse cuenta de que la pequeña criatura necesitaba ayuda.

Ya sin saber qué hacer, Kaela se acercó. "No se muevas, pequeño... voy a curarte", dijo, mientras pasaba su varita por encima del conejito.

Al instante, el conejito sintió un brillo cálido en su pelaje y sus heridas comenzaron a sanar. "¡Gracias!" dijo el conejito con una sonrisa brillante. "Soy Nube. Y aunque sos una bruja que hace cosas malas, en este momento me salvaste."

Kaela frunció el ceño, intentando mantener su expresión de malvada, pero había algo en la sonrisa de Nube que la hizo sentir extraña. "Lo menos que podía hacer es curarte después de haberte asustado", respondió.

Nube se levantó y dijo: "¿Puedo ir contigo a tu casa? Quiero agradecerte como se debe. Quizás podemos ser amigos." Kaela se quedó atónita.

"Amigos conmigo? Oh, eso es algo que nunca me han propuesto. Pero... está bien, ven."

Así, Nube acompañó a Kaela a su cueva, donde había frascos llenos de brebajes que chisporroteaban y burbujeaban. "¡Es como un laboratorio!" exclamó Nube, maravillado. "No todo debe ser malvado... ¿por qué no pruebas hacer cosas buenas?"

Kaela rió, aunque era una risa entrecortada. "La gente nunca me ha querido, Nube. Solo saben de mis hechizos oscuros."

"Eso puede cambiar, solo tenés que intentarlo. Dediquémonos a hacer cosas buenas a partir de hoy", insistió el conejito.

La bruja pensó, y algo en su corazón se movió. Quizás podría intentarlo. Y así empezó su aventura. Juntos decidieron ayudar a los animales del bosque, cuidando de ellos y curando a quienes estaban heridos. La fama de Kaela cambió: ya no era solo una bruja malvada, era la bruja que ayudaba a los conejos, las ardillas y hasta a los patos del lago.

Con el tiempo, Kaela comenzó a sonreír genuinamente, y Nube siempre estaba ahí para recordarle lo hermosa que era la amistad. "Mirá a tu alrededor, Kaela. La gente ahora habla de vos con alegría, y eso vale más que todo el miedo que provocaste antes", le decía Nube mientras corría a su lado.

Pero había un pequeño problema: un día, un gran lobo apareció en el bosque, y su fama de bruja buenaza no había llegado a él.

"¡Alejate, bruja! ¡Voy a llevarme todo el bosque!" bramó el lobo,

Kaela se sintió asustada nuevamente.

"Nube, ¿qué hago?" preguntó Kaela, sintiendo que su valentía se desvanecía.

"Recuerda que ahora tenes amigos. ¡Usa tu magia para protegernos!"

Con la mirada estratégica de Nube y su nuevo sentido de bondad, Kaela levantó su varita. Sin maldad, creó un brillante muro de luz que atajó al lobo.

"¡Aléjate, no va a pasar nada aquí!" dijo Kaela, con voz firme.

El lobo se detuvo. "¿Qué? ¿Eres tú, la bruja malvada?" preguntó confundido.

"No soy solo una bruja," contestó Kaela. "Soy una amiga y defenderé lo que amo."

El lobo dio un paso atrás, impresionado por su valentía. "Pido perdón, no tenía idea... tal vez podamos hablar," balbuceó.

Y así, el lobo aprendió que la bruja ya no tenía intenciones malvas y se unió a su grupo.

Kaela nunca volvió a ser la misma. Gracias a la valentía del pequeño conejito Nube, no solo se convirtió en la bruja buena del bosque, sino que también encontró el amor que siempre había estado buscando: el amor por sus nuevos amigos y por ella misma. Y aunque el reino continuó teniendo miedo de su magia, ahora era un temor muy distinto, lleno de respeto y admiración.

Y así, la bruja malvada se transforma en la bruja bondadosaKaela, todo gracias a la valentía y la amistad de un pequeño conejito llamado Nube.

FIN.

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