La Bruja Luz y El Poder de la Amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una bruja llamada Luz. Era una bruja peculiar, porque en lugar de lanzar hechizos oscuros, prefería hacer magia que alegrara a los demás. Sus cabellos eran de un color dorado brillante, y sus ojos resplandecían como las estrellas en el cielo.

"¡Hola, amiguitos!" - decía Luz cada mañana, sonriendo a todos los que pasaban por su pequeña cabaña en el bosque.

No todos en el pueblo la querían, porque algunos creían que una bruja debía ser temida. Pero Luz no se dejaba llevar por los rumores. Continuaba ayudando a todos los que podían necesitarla. Un día, mientras recogía flores para su jardín, escuchó un llanto cerca de un arbusto.

"¿Quién está ahí?" - preguntó Luz, acercándose.

Detrás del arbusto, encontró a una niña llamada Clara, que había perdido su juguete favorito, un pequeño osito de peluche.

"¡No puedo encontrar a mi oso!" - sollozó Clara. "Lo dejé justo aquí y ahora no está..."

"No te preocupes, Clara. Juntas lo encontraremos. ¡Vamos a hacer un hechizo de búsqueda!"

Clara miró a Luz con curiosidad.

"¿De verdad puedes hacer eso?"

"Claro, ¡pero necesito tu ayuda! Dime, ¿dónde lo viste por última vez?"

Clara se secó las lágrimas y le explicó que había estado jugando en el parque.

"¡Entonces al parque vamos!" - exclamó Luz.

Ambas se dirigieron al parque, donde Luz dibujó un círculo con sus dedos en el aire y pronunció algunas palabras mágicas. Una ráfaga de luz brilló entre los árboles.

"¡Lo encontré!" - gritó Luz, mostrando un pequeño resplandor que se dirigía al lugar donde había un claro lleno de flores.

Pero, cuando llegaron, encontraron otros niños jugando y el osito de Clara estaba en el centro de ellos.

"¡Mirá! ¡Ese es mi oso!" - dijo Clara emocionada.

Pero cuando intentaron acercarse, los otros niños comenzaron a reír.

"¿Quién necesita a una bruja para jugar?" - se burlaron.

Clara se sintió triste. "Quizás no debería haber venido contigo, Luz. Tal vez no quieran jugar con una bruja..."

Luz sonrió con sabiduría.

"La verdadera magia no está en ser una bruja o un niño... está en ser amable y valiente. Vamos a acercarnos juntos y a mostrarles lo bello que es compartir. ¡Ven!"

Luz y Clara se acercaron a los niños.

"¡Hola! Somos Clara y Luz. ¿Pueden ayudarnos a recuperar el osito?"

Los niños se miraron unos a otros, y luego uno de ellos, llamado Tomás, se acercó.

"Está bien, pero solo si me muestran un truco de magia primero. Pueden hacerlo, ¿no?"

"Por supuesto, Tomás. ¡Miren esto!" - Luz agitó sus manos y un pequeño destello de luz emergió en el aire, formando figuras de flores y estrellas.

Los niños se quedaron sorprendidos.

"¡Guau! ¡Eso fue increíble!" - exclamó uno de los niños.

Luz y Clara continuaron mostrando pequeños trucos de magia, haciendo reír a todos. Al final, Tomás dijo:

"Si haces magia tan linda, entonces eres una bruja genial. ¿Te gustaría jugar con nosotros?"

Clara sonrió y se acercó al grupo.

"¡Sí, por favor!"

Desde ese día, Luz y Clara fueron aceptadas en el grupo.

"Gracias por ayudarme a encontrar a mi osito, Luz. ¡Eres la mejor!" - dijo Clara.

"No solo fue mi magia, sino nuestra amistad lo que nos trajo aquí. Siempre recuerda que la verdadera magia se encuentra en ayudarnos mutuamente y ser buenos unos con otros. ¡Hagamos que cada día sea especial!"

Y desde entonces, Luz se convirtió en una amiga apreciada por todos en el pueblo, y los niños aprendieron que no importa cómo te veas, lo que realmente importa es el corazón con el que llegas a los demás.

Así, cada día, Luz y Clara jugaban y compartían risas, creando un mundo mágico lleno de amistad y bondad.

Y aunque Luz era una bruja, siempre se especializó en hacer que el amor y la amistad fueran los más poderosos de sus hechizos.

FIN.

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