La Bruja Malbada y el Pantano de los Sueños



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, había un pantano misterioso. En ese lugar vivía una anciana llamada la Bruja Malbada, que a pesar de su nombre, no era tan malvada como parecía. Tenía 67 años y una gran colección de libros de hechizos, que muchas veces utilizaba para ayudar, aunque el pueblo no lo sabía. Su casa estaba llena de frascos extraños y plantas que brillaban bajo la luz de la luna.

Un día, mientras la bruja estaba recolectando hierbas en el borde del pantano, un joven hechicero llamado Leo apareció de la nada. Era curioso y valiente, y no temía acercarse a la bruja.

"Hola, señora bruja. Me llamo Leo, y he escuchado historias sobre usted. Dicen que vive en un pantano lleno de secretos. ¿Es cierto?"

"Sí, querido, pero no todo lo que escuchaste es verdad. Muchas veces se exageran las cosas por miedo o desconfianza.”

Leo se quedó mirando a la bruja con interés.

"¿Podría conocer algunos de esos secretos?"

"Solo si prometes no asustarte. Aquí los secretos pueden volar como pájaros si no tienes cuidado.”

El joven asintió y la bruja sonrió, aliviada por su valentía. Juntos caminaron por la orilla del pantano, donde flores luminosas florecían y pequeñas criaturas de colores danzaban en el aire. La Bruja Malbada le enseñó a Leo sobre los poderes de las plantas y cómo cada una tenía una historia que contar.

"Por ejemplo, esta aquí es la Flor de los Sueños. Regala dulces sueños a quienes la eligen con el corazón puro.”

"¿Y la otra?"

"Esa es la Flor de la Verdad. Dicen que solo los valientes pueden enfrentar lo que descubren al olerla.”

Después de varias horas de aprendizaje, el cielo empezó a oscurecerse, y Leo se dio cuenta que era tarde.

"Debo volver a casa, pero he aprendido tanto hoy. Si el pueblo supiera sobre su bondad, seguramente cambiarían de opinión sobre usted.”

"¡Oh, querido! La gente a menudo se queda atrapada en sus miedos. Pero cuéntales sobre lo que viste, eso podría ayudar.”

Leo regresó al pueblo, y al día siguiente decidió organizar una reunión en la plaza.

"¡Escuchen! ¡He conocido a la Bruja Malbada! No es la criatura terrible que dicen. Ella es sabia y tiene un corazón generoso!"

La gente del pueblo se rió y murmuró. Pero una niña, Clara, se levantó y habló.

"Yo quiero creer en la bruja. Me siento valiente y curiosa. ¡Vamos a visitarla juntos!"

Finalmente, después de mucho hablar, el pueblo decidió hacer una excursión al pantano. Todos estaban nerviosos, pero Leo los animó.

"No se preocupen, ella no quiere hacerles daño. Nos enseñará cosas maravillosas.”

Al arribar al pantano, la Bruja Malbada los recibió con los brazos abiertos.

"¡Bienvenidos, queridos! ¡Hoy aprenderemos sobre la magia de la vida! ”

Durante su visita, la bruja les mostró su jardín, les enseñó a hacer pociones con hierbas y a respetar la naturaleza. Los habitantes del pueblo quedaron fascinados por su conocimiento y amabilidad.

"Esto es sorprendente, nunca imaginé que la bruja podría ser tan increíble”, dijo uno de ellos.

Con el tiempo, el pueblo comenzó a cambiar. Ya no temían a la bruja, la visitaban a menudo y hasta le pedían consejo para resolver pequeños problemas. La Bruja Malbada se convirtió en un símbolo de sabiduría y amistad, y el pantano, un lugar sagrado donde la magia y el amor por la naturaleza convivían.

Leo y Clara, junto a sus amigos, aprendieron que a veces lo que parece aterrador puede tan solo estar esperando a ser comprendido. Así, la Bruja Malbada ya no era sola en su pantano, y el pueblo descubrió que la curiosidad y el valor pueden romper las cadenas del miedo. En el corazón de todos quedó una lección eterna: la magia más poderosa es la que se encuentra en los lazos de amistad y respeto, sin importar las apariencias.

FIN.

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