La Bruja Piruja y la Escoba Perdida



Era un día soleado en el Colegio de Fuente de Pedro Naharro. Los niños jugaban riendo en el patio, ajenos a que, en la casa de al lado, la famosa Bruja Piruja estaba en un aprieto. Había perdido su escoba mágica, y temía que, de alguna manera, los niños la hubieran robado.

"No puede ser, debe estar aquí, ¡la necesito para volar a la escuela!" - gritaba Piruja, revolviendo su casa llena de objetos mágicos y polvo de estrellas.

Decidida a dar con su escoba, la Bruja Piruja se armó de valor y se fue al colegio. Al llegar, vio a varios chicos jugando a la pelota.

"¡Hola niños!" - dijo Piruja con una voz entre asustada y enojada "¿alguno de ustedes ha visto mi escoba?"

"¿Tu escoba? No, ¿de qué color es?" - preguntó Tomás, el más curioso del grupo.

"Es verde con purpurina. La necesito, por favor, la he perdido y no puedo hacer magia sin ella" - explicó Piruja.

Los niños se miraron entre ellos, algunos reían a lo bajo, pero Tomás dijo:

"No, no hemos tomado tu escoba. Quizás la podamos ayudar a buscarla."

La Bruja Piruja se sintió un poco más aliviada, así que les propuso:

"Muy bien, si me ayudan a encontrarla, prometo que les enseñaré un truco mágico".

"¡Genial!" - gritaron los niños al unísono, entusiasmados por la idea de aprender magia.

Comenzaron a buscar en todos lados. Revisaron la cancha, los árboles, el aula de arte... ¡y nada! La Bruja Piruja empezó a desesperarse, y esa desesperación hizo que un niño, Juan, se atreviera a decir:

"Piruja, ¿estás segura de que no la dejaste en casa?"

"No puedo haberla olvidado, ¡no puedo!" - exclamó, pero la duda le empezó a morder.

Después de buscar durante un rato, se les ocurrió mirar en la biblioteca del colegio. Cuando entraron, vieron un gran desorden: libros por todas partes y hojas volando, como si alguien estuviera haciendo magia... o más bien, un desastre. Y ¡oh sorpresa! En medio de ese revuelo, apareció la escoba mágica, adornada con un par de galletas que un niño había dejado allí.

"¡La encontré!" - gritó Tomás emocionado.

"¡Es mi escoba! - se alegró Piruja, corriendo hacia ellos - ¿cómo llegó aquí?"

"Creo que unos chicos estaban haciéndole travesuras a los libros y se olvidaron de dejarla en su lugar" - explicó Juan mientras se encogía de hombros.

La Bruja Piruja entendió que no se trataba de un robo, sino de un malentendido. Se sintió muy agradecida, y como lo había prometido, decidió enseñarles un truco mágico.

"Bien, ya que han sido muy amables, voy a enseñarle a todos ustedes a hacer desaparecer una galleta" - sonrió Piruja, haciendo que los niños se llenaran de emoción.

"¡Increíble!" - gritaban mientras la Bruja comenzaba su encantamiento.

Al final del día, todos juntos aprendieron a usar la magia, reían mientras educaban sobre la importancia de mantener orden y cuidar los objetos ajenos, incluso los de una bruja.

Y así, la Bruja Piruja no solo encontró su escoba, sino que también hizo nuevos amigos y aprendió la valiosa lección sobre la confianza y la comunicación. Desde ese día, cada vez que pasaba por el colegio, los niños la saludaban, y ella siempre les prometía volver para compartir más trucos mágicos.

FIN.

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