La Bruja que Aprendió a Querer
En un pequeño pueblo rodeado de un espeso bosque, vivía una bruja llamada Bruna. Todos la conocían como la "Bruja Come Niños", porque, según los cuentos que contaban, era una bruja tan fea y malvada que solo quería devorar niños traviesos. Bruna pasaba sus días en su oscuro castillo, lleno de pociones y hechizos, pero en el fondo de su corazón, había algo que le faltaba: la amistad.
Un día, mientras Bruna estaba recolectando ingredientes en el bosque, escuchó unas risas que venían de un grupo de niños que jugaban en el claro.
"¡Qué ruidos tan molestos hacen esos niños!" - murmuró Bruna, mientras se escondía detrás de un árbol. Pero en el fondo, un pequeño deseo de unirse a ellos la hizo sentir algo extraño.
La curiosidad pudo más que su maldad, y decidió hacer un hechizo para asustarlos y que no volvieran a jugar allí.
"Con este hechizo, los espantaré, y nunca más volverán a darme molestias" - exclamó mientras mezclaba ingredientes en su caldero.
Cuando terminó, lanzó el hechizo y una nube de humo negro apareció en el claro. Los niños se asustaron y empezaron a correr. Pero había uno entre ellos, llamémoslo Tomás, que no estaba dispuesto a dejarse asustar.
"¿Qué fue eso? No podemos dejar que nos asuste, ¡esto es nuestro lugar para jugar!" - gritó Tomás, con valentía.
Bruna, al ver la determinación del niño, sintió un pequeño cosquilleo en su corazón.
Más tarde, mientras Bruna volvía a su castillo, algo comenzó a cambiar dentro de ella. Recordó su infancia y cómo ella también solía jugar en el bosque.
"¿Cuándo fue la última vez que reí?" - se preguntó. Pero Bruna estaba tan acostumbrada a estar sola que no supo qué responder.
Decidida a cazar a los niños como había prometido, al día siguiente hizo un nuevo hechizo, pero esta vez, en lugar de asustar, creó una pequeña bola de luz que siguió a Tomás mientras jugaba a buscar.
"¡Miren, hay una luz! ¿Qué será?" - dijeron los niños emocionados.
Cuando la luz los llevó hasta la casa de Bruna, los niños, en vez de asustarse, se sintieron intrigados. Bruna estaba escondida, un poco nerviosa pero también curiosa.
"¿Por qué hay tantos niños aquí?" - preguntó Bruna con voz temblorosa.
"¡Venimos a ver la luz!" - respondió Tomás con alegría.
Bruna nunca había recibido una visita de otros, así que decidió salir. La bruja no era tan fea como la pintaban, y aunque su ropa era un poco desaliñada y su cabello enmarañado, sus ojos brillaban con curiosidad.
"No deberían estar aquí, soy una bruja malvada..." - intentó advertirles, pero los niños no prestaron atención.
"¿Nos podrías mostrar qué hay en tu castillo?" - preguntó una niña, entusiasmada.
Bruna, aunque dudosa, aceptó, y los llevó a su castillo. Allí, los niños quedaron maravillados con los frascos misteriosos y las criaturas mágicas que preparaba.
"¡Nunca hemos visto cosas así!" - exclamó uno.
Poco a poco, Bruna comenzó a contarles sobre su vida, de cómo había estado tan sola y alejada de todos. Los niños se dieron cuenta de que no había nada malo en ella, solo una persona que necesitaba compañía.
"No eres malvada, Bruna. Solo querías que te aceptaran. ¡Nosotros te aceptamos!" - dijo Tomás, dándole una gran sonrisa.
Desde ese día, Bruna transformó su vida. En lugar de ser la "Bruja Come Niños", se convirtió en la gran amiga de todos los niños del pueblo.
Con el tiempo, la bruja que antes asustaba se volvió conocida por sus increíbles fiestas de magia y juegos en el castillo. Y así, Bruna aprendió que a veces, la verdadera magia se encuentra no en los hechizos, sino en la amistad y en ser parte de una comunidad.
Y colorín colorado, esta historia de la bruja Bruna ha terminado, pero su nueva vida llena de risas y amor acaba de comenzar.
FIN.