La bruja que encontró su voz



La bruja roba voces era una bruja muy peculiar. Vivía en un oscuro y misterioso castillo, donde practicaba sus artes mágicas. Pero había algo especial en ella: su voz era tan desafinada y espantosa que nadie quería escucharla.

La bruja soñaba con ser cantante, pero cada vez que intentaba entonar una canción, todos salían corriendo tapándose los oídos.

Por eso, decidió buscar una solución: robar las voces de aquellos que sí sabían cantar para poder utilizarlas ella misma. Un día, se enteró de una feria musical de bandas que se llevaría a cabo en el pueblo cercano. Sabiendo que allí encontraría muchas voces hermosas para robar, la bruja se puso manos a la obra.

Llegó al lugar disfrazada como una anciana indefensa y se mezcló entre el público. Cuando las bandas comenzaron a tocar, la bruja aprovechó un momento de distracción y usó su magia para quitarles la voz a todos los integrantes.

Pero justo cuando creyó haberse salido con la suya, un pequeño ratón llamado Benito observaba desde lejos todo lo que estaba ocurriendo. Al ver cómo la bruja robaba las voces sin ningún remordimiento, no pudo evitar reírse a carcajadas.

La risa del ratón fue tan contagiosa y divertida que incluso llegó hasta los oídos de la bruja. Sorprendida por aquel inesperado estallido de alegría en medio del caos que había creado, decidió acercarse al ratón para averiguar qué estaba pasando.

"¡Hey, ratoncito! ¿Por qué te ríes? ¿No ves que he robado todas las voces para poder cantar yo?"- preguntó la bruja con curiosidad.

Benito, tratando de contener la risa, respondió: "¡Jajaja! Perdona mi risa, pero nunca había visto a alguien robar las voces de otros para cantar. ¡Es una idea tan loca y divertida!"-La bruja se quedó pensativa por un momento. Aquellas palabras del ratón le hicieron reflexionar sobre lo que estaba haciendo.

Se dio cuenta de que no era correcto robarle algo tan valioso a los demás solo porque ella deseaba tenerlo. Entonces, decidió devolverles las voces a todos los integrantes de las bandas.

Uno por uno, les regresó el don de poder cantar y disfrutar de su música. Agradecidos y emocionados, los músicos retomaron sus actuaciones con más energía y entusiasmo que nunca. La feria musical se convirtió en un verdadero espectáculo lleno de alegría y magia.

La bruja roba voces aprendió una importante lección ese día: cada uno tiene su propio talento y es importante valorarlo en lugar de desear ser como los demás.

Desde entonces, dejó atrás sus planes malvados y comenzó a enfocarse en desarrollar su propio estilo musical único. Así fue como la bruja roba voces se convirtió en una cantante muy peculiar pero auténtica.

Aprendió a amarse tal como era y eso hizo que su voz desafinada se volviera hermosa a los oídos de aquellos que la escuchaban. Y así, con su música y su peculiaridad, la bruja roba voces inspiró a muchos niños y niñas a aceptarse tal como son y a encontrar el valor en sus propias voces.

FIN.

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