La bruja que reía mucho
Había una vez en un bosque encantado, una bruja llamada Agatha. Agatha era una bruja muy poderosa, pero lo que más llamaba la atención de todos era su risa. Agatha reía sin parar, todo el día y toda la noche.
Su risa resonaba por todo el bosque, asustando a los animales y a los habitantes del pueblo cercano. "Ja ja ja ja ja!" reía Agatha a carcajadas mientras preparaba sus brebajes y lanzaba hechizos.
Un día, cansados de vivir con miedo, los habitantes del pueblo decidieron buscar una solución. Convocaron a una reunión y después de mucho debatir, decidieron enviar a un valiente joven, llamado Martín, a enfrentarse a la bruja y pedirle que dejara de reír.
Martín, decidido a ayudar a su pueblo, se adentró en el bosque y finalmente llegó a la guarida de Agatha. "¿Por qué te ríes tanto, bruja?" preguntó Martín con valentía. "Porque la risa es mi única defensa", respondió Agatha entre risas.
Martín se sentó junto a Agatha y le contó cómo la risa puede ser poderosa, pero también puede lastimar a los demás. Agatha comenzó a reflexionar sobre sus actos y a darse cuenta del daño que su risa incontrolable había causado.
Decidió cambiar su risa por sonrisas amables y carcajadas compartidas con sus nuevos amigos.
A partir de ese día, Agatha se convirtió en la bruja más querida del bosque, y su risa, en lugar de asustar, alegraba a todos los que la escuchaban.
FIN.